Cero

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— Baila, JiMinnie — la dulce voz le alentó

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— Baila, JiMinnie — la dulce voz le alentó. 

— Pero... — respondió el pequeño de forma insegura. — No soy capaz de bailar como tú, mami. 

La hermosa mujer rió suavemente antes de agacharse a su altura y revolver sus cabellos de forma tierna.

— Hijo, lo importante no es la técnica que utilices al bailar, lo que realmente importa es la pasión que le pongas a tu danza. — la rubia le guiñó un ojo — ¡Ese es el secreto para atrapar al mundo! — dicho esto, la bella dama se paró y comenzó a dar vueltas con él en el centro, contagiando la alegría al pequeño castaño.

— ¿Así fue como conquistaste a papá? — preguntó entre risas el menor.

Amira rió en complicidad, luego fingió pensarlo durante unos instantes y finalmente asintió. — ¡Correcto pequeño! — dio un giro con sus ropas de danza y movió sus caderas con gran habilidad — Tu papá llegó a nuestras tierras con todo su grupo de exploración y quedó sin palabras al verme... — mencionó feliz, recordando el momento en el que ese hermoso hombre oriental había llegado a su pueblo. 

El chispazo fue instantáneo y ninguno pudo ni quiso evitar caer rendido ante los pies del otro.

Conocer a su amado esposo y tener a sus dos retoños había sido lo mejor que le había pasado en la vida.

La mirada del niño se iluminó al escuchar el amor con el que su madre volvía a contar la historia de como ambos se habían conocido, cómo no importó que su padre fuera un arqueólogo extranjero, proveniente de Corea  y cómo había logrado desposar a la hija de un amghar* sin morir en el intento.

La realidad era que su abuelo Assim fue capaz de ver el inmenso amor que ambos se profesaron y fue incapaz de separar tal unión, siempre y cuando el pretendiente de su hija pudiera amoldarse a las principales costumbres de la zona y probar que realmente merecía desposar a su adorada Amira.

Así fue como el apuesto oriental de gran sonrisa y mirada amable había pasado todas y cada una de las pruebas que el líder le había impuesto, logrando ganarse el respeto, la admiración y el derecho de poder casarse con la única hija del respetable amghar*.

— Mami — le llamó la atención el pequeño de ojos color esmeralda — ¡Enséñame a bailar! — pidió — Así yo también puedo encontrar a alguien que me ame tanto como papá te ama a ti.

La bella mujer se limpió rápidamente la fina lagrima que había rodado por sus ojos ante la dulzura de su hijo, quien era la viva imagen de su esposo, salvo por su mirada y el color dorado de su piel, los cuales provenían de su linaje. 

— ¡Claro que si, bebé! — le dio un sonoro beso en la mejilla, causándole cosquillas al castaño. — ¡Ahora, vamos de nuevo mi pequeño príncipe! — dicho esto, Amira se volvió hacía el equipo de música para encender una nueva melodía. — Sigue mis pasos, cariño. 

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La música, el ruido de los silbidos y el viciado aire le trajeron de vuelta a la realidad.

Nunca creyó que las atesoradas enseñanzas de su madre fueran a servirle para salvar su vida.

Solo realmente esperaba que su cuerpo recordara como moverse al compás de las vibraciones de la melodías que una vez había disfrutado tanto, y que ahora sonaban como un tenebroso augurio.

— Muévete, íklan.* — JiMin crujió los dientes. Estaba claro que el sujeto no tenía conocimientos de que el también hablaba esa lengua, ni tampoco sabía con quienes se estaba metiendo. Sin embargo, no dejaba de molestarle la tan forma tan despectiva de llamarle. 

Sólo tenía que esperar, todo era cuestión de tiempo para que se dieran cuenta que él había desaparecido.

Sólo era cuestión de tiempo para que todo este maldito lugar ardiera hasta los cimientos.

El imbécil que estaba a cargo de su persona, deslizó su lengua por el cuello del castaño, logrando causarle nauseas y escalofríos por igual. 

Pocas veces en toda su vida había pasado por momentos tan desagradables en toda su vida.

Voy a divertirme mucho contigo cuando el jefe tenga su probada de ti. — indicó en árabe. Nuevamente, el joven tuvo que fingir no entender ni una de las malditas palabras que estaba diciendo. 

El tipo le tomó por la muñeca y le condujo hasta la habitación donde estaba su jefe esperándoles. 

Hassam, ¿Está listo el chico? — preguntó el líder. El sujeto asintió mientras le daba una lasciva mirada al doncel que tenía a cargo. — Perfecto. — una sonrisa se formó en su rostro. — ¿Y que hay de lo otro? 

También está listo, jefe Nassim. — hizo una pausa — Mis contactos aseguran que el amenokal* Min asistirá a nuestro club esta noche. 

¡Perfecto! — Nassim aplaudió a los dichos de su secuaz, para luego levantarse de su silla y llegar hasta donde estaba el hermoso joven, tomándolo por el rostro y estrellando sus labios contra los belfos del doncel. — ¡Ah! — expresó — ¡Tan exquisito! — JiMin tuvo que reprimir las ganas de vomitar frente al asqueroso tipo. — Es una lastima que no podamos pasar un tiempo extra antes de tu misión. — la mirada del árabe se oscureció — Amaría romper toda esa aura de grandeza que te rodea, chico. 

¡E-Espere, jefe! — interrumpió Hassam, preocupado — ¿No me diga que...? — Nassim asintió.

¡Desde luego, Hassam! — asintió. — Después de todo, necesitaremos un culpable para el asesinato del amenokal* Min.






 — Después de todo, necesitaremos un culpable para el asesinato del amenokal* Min

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Aclaración: supongamos que las letras cursiva de los diálogos son todos en árabe xq me voy a volver más tonta de lo que soy, traduciendo todo, además que es súper incómodo para leer también.

*amghar: líder de un linaje en la cultura nomada Tuareg.

*Íklan: esclavo.

*amenokal: jefe de la tribu Tuareg

Por cierto, lo que chingados estoy estudiando para esta historia 😭
Te amo mucho Bonnieeeeee!

Odalisque | YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora