PRÓLOGO

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Conocí a Piamonte una noche cualquiera. Estábamos sentados junto al fuego. No hacía frío. Es más, el ambiente era tibio, veraniego. Se estaba a gusto en mangas cortas y bermudas.

La luz de la hoguera incidía en el bosque, en el viento, en nuestras caras. Daba a nuestro cenáculo un aire misterioso y nigromante, casi clandestino.

En tanto, hablábamos, asábamos la carne, los pimientos, malvaviscos, cantábamos, y con la noche entrada y oscura nos decidimos por contar historias de héroes y leyendas. Entre esos héroes, se encontraba Piamonte. Así lo conocí.

PiamonteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora