Cita

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Antonella:

Sábado. Siete de la tarde y ya estoy bañada y eligiendo la ropa. Aunque quiera negarlo estoy emocionada, es mi primera cita real, de noche, con un chico lindo y a un lugar sorpresa. Me siento en una de esas ridículas historias de amor que escribo.
Mamá también está muy emocionada, y dijo que iba a tratar de llegar del trabajo antes de que me vaya, espero que pueda hacerlo, porque no es algo que pueda hablar con papá o Gabriel.
De hecho ni siquiera creo que a ellos les importe que vaya a salir hoy así que, no podría ni comentarles lo nerviosa y desesperada que me encuentro por no encontrar que ponerme. Mamá no está y Daiana debe estar preparándose para salir con Brandon, por lo que estoy yo sola, buscando ropa en mi inútil y decepcionante armario que solo posee jeans, remeras sueltas, camisas y converses.
¿Y eso es un problema? Exigí que la cita fuera divertida y creativa, y si él siguió mis reglas tiene que ser así. Además yo soy así, natural, sencilla, simple, no de las que andan con pollera minifalda y remera ajustada hasta para ir al supermercado.
Si le gusta bien y sino también. Aunque por algún extraño motivo quiero impresionarlo. No, no vale la pena. Si me quiere me va a aceptar por como soy ¿no? Sí. ¿Y si no me quiere? Me da igual. Punto.
Me pongo una remera negra de tiritas con una camisa acuadrille abierta, un short de jean azul y unas converse blancas y me miro al espejo. No es un look wow para una cita, pero es canchero, desalineado, simple y muy yo así que me conformo con eso.
¿Y ahora qué hago? ¿Qué se supone que hace una chica normal cuando va a salir en una cita normal? Esa sería una pregunta inteligente, excepto por una cosa: no soy una chica normal que va a salir en una cita normal. Mi vida no es para nada normal y el hecho de que vaya a salir con un idiota por un soborno tampoco así que supongo que esa pregunta puede ir directo al fondo de mi mente.
Me seco el pelo un poco, cosa de que se acentúen mis rulos negros. Esa es otra de las cosas que no entiendo ¿por qué las chicas se planchan el pelo? Si naciste con rulos es por algo ¿no? ¿Cuál es el sentido? La cara no te va a cambiar por más que tengas el pelo liso, con ondas o con rulos.
Pero bueno, así está la generación de ahora, siempre tratando de buscar la manera de verse mejor ante los ojos ajenos, como si eso tapara los huecos en sus cabezas o en sus corazones. Siempre queriendo ser más especial por lo que se ve en vez de demostrar lo que realmente importa.
Igual yo soy una tonta chapada a la antigua que escribe novelas de amor con finales felices aunque mi vida sea un desastre, así que mucho no puedo hablar.
Me tiro en la cama a ver un poco de televisión y todo lo que encuentro en los canales de cable son una que otra película romántica por la que las solteras lloran mientras comen helado. Deprimente. ¿Acaso no hay películas que enseñen sobre la vida, la amistad y el mundo que nos rodea? Al parecer sí, pero fueron desterradas por las historias de Nicholas Sparks. No digo que no sean historias increíbles, de hecho es, junto con Shakespeare el escritor que me inspiró a escribir, pero vamos, hay algo más que amor entre el pobre y la rica en el mundo ¿no?
Hay papás que dejan sus trabajos para dedicarse a ser amos de casa, hay hermanos que son vagos y que no hacen nada por el bien de su familia, hay madres que trabajan de sol a sol en vez de mandar a sus maridos a trabajar, hay chicos que son mujeriegos idiotas empedernidos que sobornan a las chicas para salir con ellas y chicas solas, que no se hablan con sus papás, que no se llevan bien con sus hermanos, que se preocupan por sus mamás y que son tan estúpidas como para salir con chicos que las sobornan. Chicas como yo. ¡Dios! La historia de mi vida.
Apago la tele porque ver "Titanic" otra vez puede llevarme a la depresión y escucho música en mi celular. La lista de reproducción de One Direction. Sí, estoy en mi último año de secundaria, tengo 17 años casi cumplidos y escucho a la boy band de Inglaterra, y me encantan así que no tengo nada que negar. ¿Quién no tiene enamoramientos por ese tipo de bandas? Como: los "Jonas Brothers", los "Back Street Boys", "The Wanted", "Big Time Rush" y más.
Bueno, a mí me pasó con One Direction.
Suena "Story of my life" y es probable que realmente empiece a llorar.
¿Cómo es posible que la historia de mi vida comience tan horriblemente? Seguro haya más después, pero el comienzo es un desastre y si así va a seguir siendo, entonces la historia de mi vida probablemente entre en el ranking de las 100 peores historias de vida.
La canción termina y comienza "Little Things". Siento como las lágrimas empiezan a arder en mis ojos y doy gracias a Dios de que sea interrumpida por "Diana" por lo que sé que Daiana es la que está llamando. Sí, lo sé es estúpido y gracioso ponerle una canción que dice su nombre en inglés, pero a ella le fascinó así que no pienso cambiarlo.
Atiendo el teléfono sonriendo:
- Hola.
- Hola Anto ¿todo bien? - contesta del otro lado y puedo notar que está emocionada.
- Sí, ¿vos?
- Bien. Todavía no termino de prepararme ¿podés creerlo? - sí, lo creo. Daiana no es como yo, le encanta arreglarse y toda la cosa. Lo que la diferencia del resto es que es una de las pocas que no se creen mejor por ser lindas y demostrarlo.
- Sí, te creo.
- ¿Y vos?
- Ya terminé.
- ¿Tan rápido?
- Sí, bueno sabés que soy segura, además no es para tanto. - y no lo es. A Daiana le gusta Brandon desde que llegó a la escuela y está bien que esté tardando, en cambio yo voy a salir con un chico que me gusta algo, no voy a negarlo, pero que me sobornó para llegar a este momento y al que estuve esquivando durante dos años enteros.
- Sí, es un idiota. - dice todavía enojada por lo que le conté.
- Sí, pero ya fue. No le digas a Brandon. - le advierto. Es la única que lo sabe, claramente no podía decirle eso a mi mamá, ni tampoco es buena idea que Brandon se entere de que ella lo sabe.
- No, quedate tranquila. - sé que está sonriendo y yo sonrío de vuelta.
- ¿A qué hora pasa a buscarte?
- A las 8.
- A mí también.
- Se habrán puesto de acuerdo. - las dos reímos y miro el reloj.
- Tenés 20 minutos Dai.
- Sí, lo sé, ya termino.
- Bueno, te dejo tranquila entonces.
- Bueno, pero te mando un mensaje apenas termine así nos contamos que onda. - ¿estás son las cosas que las amigas hacen? Si es así, bien.
- Dale.
- Suerte.
- Igualmente.
- Chau.
- Chau.
Escucho que ya cortó y corto también. 7:42. Faltan 18 minutos para la cita.
Me recuesto en la cama y golpean la puerta.
- Pase. - grito a quién sea que esté del otro lado. Abre la puerta y lo primero que asoma es la cabellera rubia de mi mamá, luego el resto de su cara que me sonríe.
- Hola hija. - me levanto a saludarla y terminamos las dos sentadas en la cama.
- ¿Cómo te fue? - le pregunto notando su cansancio.
- Bien.
- Llegaste antes.
- Te dije que iba a estar para cuando te fueras. - sonríe y veo que le brillan los ojos. ¿Es uno de esos momentos de madre e hija en donde las madres lloran porque sus hijas crecieron? No podría soportarlo, es decir, amo a mi mamá más que a nadie, es mi bálsamo en la vida, pero no soy para nada sentimental y es vergonzoso que este momento pase a mis casi 17 años - ¿qué clase de cita es? - irrumpe el momento emotivo y mira mi atuendo. Voy a tener que agradecerle después por eso.
- Ahhh, es que dijo que iba a ser divertida y creativa, no algo cursi.
- Como a vos te gusta.
Asiento porque no puedo decirle que es así porque yo puse reglas, porque eso llevaría a que él me sobornó, y mamá no es amable con los idiotas. Eso lo aprendí de ella: tratar mal y alejar a los idiotas de tu vida. Aunque sé que tuvo su momento de debilidad cuando papá empezó a actuar de esa manera y no lo alejó.
- Bueno, espero que sea puntual, y que el lugar sea increíble. - vuelve a sonreír.
- Sí, yo también.
- ¿No te dijo a dónde iban?
- No, es una... sorpresa. - es la manera más fácil de describir lo que sea que planeó Jesús.
- ¿Y cómo se llama?
- ¿Quién?
- El chico, no me dijiste el nombre. - claro que no lo hice, sólo dije que iba a salir con un chico el sábado, pero fue mejor no entrar en detalles.
- Ehh... ¿no?
- No. ¿Cómo se llama?
- Jesús. - digo tratando de sonar indiferente.
- ¿Jesús? ¿No es ese el supuesto idiota del que te alejaste? - ¡Dios! Es en estos momentos en que odio que mamá se acuerde de todo.
- Sí, resulta que no es tan idiota como pensé. - sonrío inocentemente, pero sé que no me creyó del todo. No soy buena mintiendo y mucho menos a mi mamá.
- Ahhh bueno, suele pasar. - asiente y yo estoy a punto de suspirar, pero me contengo.
- Sí.
- Bueno, mientras no te hayas equivocado y te trate como te merecés, estoy bien con eso. - lo que dice me pone los pelos de punta, porque yo sé que él es un idiota, pero nunca me trató mal ni nada por el estilo, es más, el otro día nos defendió a mí y a Daiana.
- Sí, mamá, él me trata bien. Sabés que no saldría con él si no fuera así.
Asiente porque sabe que esa parte de mí es cierta, aunque no se aplica justamente a la situación con Jesús - lo sé. Bueno, yo sólo quiero que sepas que estoy muy orgullosa de vos, que creo que te merecés lo mejor y que espero que este chico pueda dártelo. - okei, llegó la parte emotiva, y tengo que admitir que no es para nada molesta como creía, de hecho me gusta.
- Gracias mamá.
- De nada mi amor. - me abraza y yo la imito - te amo.
- Y yo.
Seguimos abrazadas, y reafirmo que definitivamente es la única persona que me hace bien en esta casa.

Las Dos Caras Del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora