"Duda que sean fuego las estrellas, duda que el sol se mueva, duda que la verdad sea mentira, pero no dudes jamás de que te amo"
- William Shakespeare.
Antonella:
Me despierto por la constante y ensordecedora canción que tengo programada como alarma en mi celular, la apago y me levanto con el pie izquierdo de la cama, ¿no significa eso mala suerte? De cualquier manera mi día va a ser el mismo aburrido y rutinario día que vivo desde tercer año.
Voy al baño, miro mi cara demacrada en el espejo, y me pregunto si llegué ya a los cincuenta y no me di cuenta. Después de lavarme los dientes y hacer todo lo necesario, bajo a desayunar con mi familia.
Mamá corre de un lado a otro, tratando de tener todo preparado y no olvidarse nada del trabajo, mi hermano Gabriel está tirado en el sillón mirando tele, reafirmando mi teoría de que tiene veintidós años al pedo, y papá, bueno... él prepara el desayuno como buen amo de casa. Me siento en la mesa y bebo mi café con leche mientras busco con la vista el control remoto, ¡bingo! está justo enfrente de Gabriel.
- Hola hija. - me saluda papá sonriendo - ¿está todo bien?
- Hoy me levanté con el pie izquierdo, literalmente. - le digo, y recibo una mueca de su parte.
- Entonces te deseo suerte, y espero que no tengas un día tan terrible, aunque eso es imposible. - me arrepiento de haberle contado eso precisamente a mi padre, el supersticioso.
- Bueno, gracias. - le respondo irónicamente mientras me concentro en mi café.
- ¿Qué querés que te diga? Sabés muy bien que la mala suerte ronda por ahí, buscando a alguien en quién posarse. - además de supersticioso, poeta. Genial.
- Basta Paolo. No le hagas caso mi amor. - y de nuevo súper mamá salvando el día.
- Gracias ma. - sonrío agradecida.
- Es verdad, no vas a tener un día de mala suerte, porque es muy obvio que la tenés desde que naciste. - aporta mi querido hermano mayor gritando.
- Gabriel. - advierte mi mamá.
- ¿Qué? Tiene que admitir que no heredó lo lindo de la familia. - por más que odio que diga eso, sé que es verdad, mamá es descendiente de polacos: rubia, de ojos verdes azulados, es probablemente la mujer más hermosa que conozca, y Gabriel heredó esos rasgos perfectos, mientras que yo cargo con los cromosomas de papá y su herencia de rasgos fuertes y rudos que descienden de Italia - en cambio, yo sí.
- Tengo suerte de que a mí me tocaran las neuronas. - le sonrío falsamente mientras me encamino hacia la mesita ratona a los pies del sillón.
- Jajaja que graciosa. - ironiza mientras nuestros papás ríen. Llegada a mi destino tomo el control remoto y cambio la tele a un canal de aire - ¿qué hacés? - me grita sin moverse de su lugar - estaba viendo eso.
- Vos lo dijiste: estabas. Tiempo pasado.
- No sos graciosa, poné lo que estaba viendo.
- No, necesito ver la hora y la temperatura y en los canales de cable no están.
- Por algo existen los relojes.
- No creo que te digan el clima. - me saca la lengua y yo lo imito.
- Bueno, cuando nos vayamos podés poner lo que quieras. - le dice mamá.
Sonrío victoriosa y me vuelvo a sentar para terminar mi café.
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Las Dos Caras Del Amor
RomanceAntonella: no voy a hablarles sobre mi historia, ni mi familia, ni bla, bla, bla, porque sé que les resultaría tedioso. Sólo voy a aconsejarles que si un chico mujeriego las soborna para que salgan con él, digan que no. O él va a salir muy lastimado...