Viajar a Jeju era espectacular, habíamos viajado el sábado y nos quedaríamos hasta el miércoles, volveríamos a Busan en la noche. No me quejaba, llevaba dos días aquí lo más de feliz. Mi teléfono estaba a reventar de fotos de la playa, con mamá o selfies mías. Lo estaba pasando bien, sobre todo luego de haber hecho el examen de cálculo el viernes y sentir que me fue bien. Ese día casi me como a besos a mi mejor amigo, que trató de alejarme de él con bufidos y quejas.
—Se me quedó el celular en la habitación —me dice mamá, deteniéndose abruptamente—, ve a la playa mientras yo voy por el celular, Yeolbi, no me demoro.
—Dale, má.
Fui hasta la playa sin prisa alguna, y me permití jugar a la orilla de la playa. Yo cargaba siempre el celular conmigo, porque donde no le respondiera los mensajes a Kook, llamaba a mi madre escandalizado, preguntándole si no me he ahogado en la playa. Tonto bravucón, es capaz de golpear a cualquiera que le saque de quicio, pero no tener paciencia para unos tontos mensajes. De todas formas, con su carácter y todo, hubiera sido lindo haber venido con él, ya que es el único que le causan gracia mis chistes, aunque no soltara la carcajada sus ojos se iluminaban de burla y sus labios tan sólo se extendían un poquito casi como si quisiera sonreír.
—Oh, ¿eres una sirena? —la pregunta me saca de mi juego infantil y mis pensamientos, levanto el rostro y miro a... un dios, tiene que ser un dios, definitivamente. Con su rostro tan lindo, esos labios tan pronunciados y su piel tostada.
—¿Disculpa? —cuestiono, tratando de no dejarme llevar por su físico.
—Que me preguntaba si eres una sirena, eres muy linda para ser real —me dice rápidamente con una sonrisa preciosa. Vaya.
—De los diecinueve años que llevo, me parece saber que soy humana —respondo en un murmullo, avergonzada y sonrosada.
—Soy Jung Hoseok, pero llámame Hobi —él hace una reverencia, sin dejar de sonreír, miré a sus ojos corroborando que ésta le llegaba a ellos.
—Soy Moon Yeolbi —respondí, haciéndole una reverencia también.
—¿De qué parte de Corea eres? Yo vivo en Seúl —me cuenta, haciéndose a mi lado y creándome la conversación, yo tan solo le miraba un poco sorprendida, la verdad es que no era muy buena con personas nuevas.
—Busan —respondí, quizá un poco corto, pero no sabía qué más decir.
—Oh, hace años no voy allí... ¿es tan bonito como recuerdo? Quizá debería volver a visitarlo ya que al parecer tiene a las chicas más guapas allí —flirtea conmigo, haciéndome sonrojar aún más. Es realmente incomodo conmigo porque era muy raro que alguien coqueteara conmigo, ¿para qué si ni siquiera era capaz de hablarle a desconocidos? Jungkook seguía siendo un milagro para mí.
—Es una ciudad preciosa —respondo, tratando de ignorar su flirteo—, yo vivo enamorada de Busan desde que vivo allí.
—¿De dónde eres originaria?
—Daegu, ¿y tú?
Para mi sorpresa, Hobi era tan amable y paciente que logré desenvolverme con él bastante fácil, mamá me escribió que estaría por ahí y que me permitiera socializar con alguien más que no fuera mi vecino gruñón de típica peli de terror. Mamá no odiaba a Jungkook, pero tampoco le hacía mucha ilusión, simplemente lo tenía en un pensamiento neutro. Hobi fue tan encantador, que ambos terminamos compartiendo nuestros números de teléfono. Cuando volví a mi habitación de hotel, vi que había recibido un mensaje de Kookie hace diez minutos.
"¿Sigues viva?"
Sonreí por la tonta pregunta, me lo imaginé parando en el gimnasio para escribirme solo aquello.
"Según mi madre, sí" respondí, los dos chulitos en azul no se demoraron en aparecer.
"Me basta. Come bien, olvídate de la dieta".
"Ya, ya, estoy comiendo bien, gruñón. Hoy no golpeaste a nadie, ¿cierto?" cuestioné, porque realmente temía que él se metiera en graves problemas nuevamente.
"La coordinadora me lo ha pasado nuevamente, así que tú igual" su respuesta me insatisface, así que le oprimo en llamar y salgo al balcón para no molestar a mamá. No se demora en contestar.
—Mira, idiota, que yo no esté allá para controlarte no significa que puedas golpear a cuanta alma se te dé la gana —lo regañé, con verdadero enojo, si volvía a tener matrícula condicional le golpearía tan fuerte como me sea posible.
—Buenas noches para ti también —su voz fue ronca, pero burlona, parecía de buen humor.
—Eres imposible —suspiré—, ¿te limpiaste las heridas, por lo menos?
—Tal y como me enseñaste.
—Bien, envíame foto para ver si va todo bien.
—No eres mi madre, Moon Yeolbi —bufa, haciéndome fruncir los labios de impotencia.
—Pero me preocupo por ti, malnacido...
—¡Esa boca!
—Cállate. ¿Cuántas veces debo recordarte que me importa que estés bien? Somos amigos, ¡mejores amigos! Me importa todo lo relacionado a ti —escupí con verdadero enojo, parecía como si volviéramos a dos años atrás cuando me alejaba de él tanto como le fuera fácil. Suspiré al ver que se quedó callado en la línea, no me iba a responder y lo sabía.
—¿Cuándo volverás? —me pregunta y yo ruedo los ojos.
—El miércoles en la noche, ¿por?
—¿No dormiremos juntos hasta el jueves? —casi me pareció escuchar un berrinche de su parte, pero seguro fueron ideas mías.
—No, así que disfruta de tu cama para ti sólo, así tanto como te quejas de que te quito espacio —bufo, ya menos enojada, permitiéndome ver el hermoso paisaje de la luna reflejada en el mar. Busan tenía playas preciosas, pero esto quizá era el doble de hermoso, solo quizá, ya que me recordaba a la mirada de emoción de Jungkook cuando veía algo que le gustaba.
—Hace rato que no me quejo —murmuró lo suficiente alto para que yo le oyera, y rodé los ojos.
—Cuida bien de esas heridas, Jungkook, nos vemos el jueves —colgué antes de oírlo rechistar.
Al colgar, me quedé pensando un rato allí en el balcón. A veces me era tan difícil entenderlo, como si fuera un enigma que se rehusaba a ser resuelto, y otras tan solo era un niño que necesitaba cariño desesperadamente. Lo peor de todo es que no sé cuál de esas dos facetas me gustaban más, si el chico rudo o el niño amoroso. Mi mejor amigo es... una locura, sí eso.
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Ceiling stars | Jeon Jungkook
FanficMoon Yeolbi y Jeon Jungkook han sido mejores amigos desde hace dos años, a Yeolbi nunca le importó sus tatuajes, ni su mal carácter, ni que sea el más temido de la escuela, y a Jungkook no le molestaba verla revolotear a su alrededor, ni defenderla...