Cristales

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"No tienes idea de lo bella que eres" exclamó él ser al verse reflejado en la claridad del agua. Viviendo en un mundo tan hermoso, tan pacífico, tan sublime como aquel, pocas cosas le podrían sorprender, aún así, todo le sorprendía.

Estamos hechos de pequeños fragmentos, fragmentos pequeños y transparentes que al juntarse entre sí dejan de ser pequeños y transparentes, toman lo que es nuestra forma, una forma lo suficientemente amenazadora para alejar nuestros miedos sin problemas y un color lo suficientemente saturado como para distinguirnos entre cada uno de nosotros. Los cristales que conocemos son valiosos y una vez rotos no pueden regresar más. Algo parecido nos sucede, solo que nos podemos reparar siempre y cuando encontremos nuestras piezas.

Pero nuestro mundo ideal solamente es caos dispuesto en un orden específico. El caos nos rompe, nos separa, nos deja inútiles hasta el punto de perder lo que era nuestros cristales. Lloramos por las memorias perdidas, lloramos por los amigos que han sido arrebatados, lloramos por los recuerdos olvidados... Y aún así, siempre tenemos la oportunidad de buscar nuevas piezas, buscarnos a nosotros mismos una vez más.
Pero
¿Qué pasará?¿Seguiré siendo yo si todas mis piezas son diferentes a las originales?
Podemos decir que es el tiempo el que nos define nuestro existir.
Tienes tiempo, entonces estás aquí, y te felicito por ello, te felicito por no permitir que aquello que consideramos esencia se haya perdido.

Te felicito porque aún tienes un alma de cristal.

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