¿Versos o prosa?

8 0 0
                                    

El día en que te quise dedicar unos versos, ¡qué día más terrible aquel! Teniendo el corazón en la mano, a unas cuantas palabras de entregártelo, tú actuaste como un día ordinario: el encuentro de una bella amistad, simple e inquebrantable desde cualquier punto de vista; mas ese no era el caso, te equivocabas por demasiado.

Me pregunto de los dos quién pudo ser el más tonto. ¿Serás tú, seré yo, seremos ambos o ninguno? Aunque la respuesta sea innegable no paro de cuestionarme para simplemente no dar con ella...

Parece increíble, nunca vi venir aquello tan claro como manantial. ¿Cómo puede ser posible? Tu corazón, tus noches, tus caricias, ¡incluso tus versos! ¡Todo ya pertenecía a alguien más de cuya existencia jamás me hubiese enterado de no ser por tus labios poco prudentes y tu error sutilmente revelador. Por un momento, en un instante caótico, creí que mi corazón se rompería  ya sea como un lápiz al aplicarle demasiada fuerza o como la caída imprevista de un valioso jarrón.

Pero no fue así, verdaderamente no fue así. ¿Qué evitó aquel crujido, en qué se diferencia esta ocasión de las situaciones planteadas anteriormente? Claro, la respuesta estaba ahí con una mirada fija en mi persona, oculta entre  las neblinas del sentimentalismo: mi corazón estaba previamente roto.

Silenciosamente recogí cada una de las piezas color carmesí sujetándolas con fuerza contra mi pecho, puede que hayan punzado hasta el más profundo rincón, puede que el dolor hubiese hecho llorar a cualquiera, pero no a unos ojos secos como los míos. Pobres ojos café, mientras anhelaban por una negación también habían aceptado los acontecimientos cual árbol aceptando con quietud los cambios aparentemente repentinos del firmamento.

Oye, no ha sido tu culpa (espero no estarme equivocando al escribir esta oración) y de haberlo sido, no puedo ni debo guardarte rencor alguno... El día en que te quise dedicar unos versos, ¡qué terrible día fue! El día en que ocultar mis pensamientos deseaba, una hermosa prosa brotó entre la lapicera y el papel.

Páginas sueltasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora