1) Nigromante.

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Diana siempre fue la chica rara de la escuela, y la oveja negra de la familia. Desde que a la temprana edad de seis años, en el que tuvo ese accidente de auto que se cobró la vida de su padre, ella se interesó enormemente y de forma enfermiza por todo lo relacionado con el ocultismo.

Magia negra, ouija, sesiones de espiritismo, vudú, y sobre todo, la nigromancia.

Es que había algo que nadie sabía: ella tuvo la culpa de ese accidente.

Recordaba ese día amargamente.

Ella, como niña pequeña y malcriada, estaba haciendo berrinche porque su papá no había parado en el zoológico cuándo se lo solicitó, en cambio este le dijo “Iremos en la tarde, lo prometo, pero ahora tengo una junta importante.” Era sábado y odiaba que su papá tenga que trabajar un sábado y no pueda llevarla al zoológico, en cambio tendría que ir con su abuela y quedarse encerrada mirando la televisión lo más que pudiera, hasta la hora de las aburridas novelas, y desde ahí tendría que rebuscarse por sí misma para divertirse.

Estaba gritando, pataleando y llorando. Ella quería que su papá la llevara al zoológico, no con su abuela.

Su papá trataba de calmarla sin éxito, manteniendo la calma mientras manejaba. Luego decidió ignorarla, y eso la enojó aún más, así qué le dio una patada al vaso que se encontraba en el portavaso.

De ahí todo pasó muy rápido.

El café hirviendo se derramó por parte del pecho de su papá y la gran parte de su cara, él gritó adolorido, pues tenía café hirviendo en los ojos. Intentó frenar, pero las bocinas de otros autos empezaron a sonar, asustándolo, consiguiendo que solo diera volantazos, y cegado perdió el sentido de la dirección.

Un camión que venía en la banda contraría los golpeó y comenzaron a girar. La barra de contención hizo que volaran por los aires y terminaran en una pequeña laguna… boca abajo.

Ella estaba mareada, pero se desesperó rápidamente, porque el agua entraba rápidamente. Gritó a su papá, pero este estaba quieto, y su cabeza que sangraba se hundió en el agua que subía sin que hiciera nada para evitarlo.

Se soltó del cinturón de seguridad y cayó al agua, tragando un poco, cuando volvió a salir la burbuja de aire era ya diminuta y solo podía sacar la cabeza del agua porque estaba aferrada a la alfombra.

“¿Papi?” Fue lo único que pudo toser y fue jalada hacia afuera.

Pataleo, tratando de no tragar agua. Un hombre la tenía agarrada y subió rápidamente a la superficie.

Empezó a toser y vio un gran moretón en su pierna, no entendía qué pasaba y solo atino a gritar por su papá. Tosiendo y entre lágrimas.

“¡Mi papá! ¡Está sangrando! ¡Papá!”

Ella creyó ver a su papá que salía caminando del agua, pero en realidad estaba siendo arrastrado por otros hombres y lo tiraron al suelo. Ella seguía gritando y llorando.

Y de repente la cubrieron con una frazada, mientras un bombero se le paró enfrente.

Lo siguiente que recuerda es que ese hombre la sacó de ahí, no sin antes ver como bomberos y enfermeros llegaban a dónde estaba su papá.

Todo es muy borroso después de eso, no sabe si se desmayó o si algún enfermero hizo algo para que se durmiera, y cuándo despertó estaba en una camilla, junto a su abuela.

Ella estaba bien, tuvo varios golpes, pero nada grave, y la dejaron ir a casa luego de un largo rato viendo a varios doctores.

En casa por más que preguntaba por su papá, nadie le respondía, todos la esquivaban, sus tías, sus primos, y su abuela.

Writober 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora