Introducción

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Desde su asiento podía ver el hermoso bosque que rodeaba a Luna Nova, esos grandes ventanales que al mismo tiempo producían luz en el aula le transmitían satisfacción y paz, una calma que no era capaz de igualar con nada. Una sensación de querer ser cuidada por la misma naturaleza la dominaba cuando tenia demasiado estrés.

Recordaba aquellos momentos en los que se encontraba junto con Akko, en ese caso, ella quería representar al ser que cuidara de la joven japonesa, ser un refugio para cuando ella tuviera problemas o se sintiera incapaz de afrontar alguna situación, pero ahora mismo eso se sentía tan lejano, ¿cómo podía proteger a alguien mas si ella no hacía eso consigo misma? Su propia integridad mental y física se veía afectada por las decisiones que tomaba constantemente, las cuales eran cumplir con las expectativas de los demás a costa de sí misma.

¿Cómo puede una persona desinformada explicarle a alguien la belleza de una pintura si él mismo no la conoce aún? Podría ser posible, ya que sus sentimientos son sinceros ante la obra de arte, pero puede que sienta felicidad al verla mientras que su contrario sienta nostalgia o incluso ira, lo cual lo complica todo.

O mejor dicho, Diana se estaba complicando las cosas por el miedo al fracaso.

Pensar en los puntos buenos le era bastante complicado, cabía la posibilidad de que Akko sintiera lo mismo por ella, y lo podría descubrir al estudiar su comportamiento a su alrededor, pues la chica es un libro abierto.

Su propia personalidad tampoco era desagradable, se mostraba amigable si se permitía abrirse a la castaña, lo cual hacía con frecuencia, tenia modales, era inteligente e incluso se consideraba de un buen aspecto físico. Pero aun así, ¿podría Akko enamorarse de alguien como ella?

Después de todo, la crítico y humilló desde el primer día en el que se conocieron, y ni hablar del muruwa que amenazo con la salud de la chica gracias a su terquedad.

Pros y contras... pros y contras... pros y contras...

¿Qué debía tomar en cuenta primero?

—Diana —Hanna pronuncia su nombre para de esa forma desviarla de sus malos pensamientos, colocando su mano izquierda sobre la derecha de Diana —Algo te está preocupando, otra vez.

Su tono de voz señala una afirmación, no una pregunta, con esto Diana se da cuenta de que su amiga no toma su mano como soporte emocional, sino para detener un tic nervioso que se ha vuelto verdaderamente desagradable para ella y sus dos compañeras de equipo, quienes son las únicas con el conocimiento de esta situación.

Con la vergüenza asomándose desde el borde de sus pensamientos dirige sus ojos a la mano que acaba de ser herida por su propia cuenta, un día solo se encontró teniendo bastante carga en los hombros, su cuerpo hallando como vía de liberación enterrar sus uñas en la mano izquierda, rascando múltiples veces hasta que la piel este rojiza o incluso tan mal como para sangrar. No quería preocupar a nadie, mucho menos a Akko, pero tener sesiones de estudio constantes con su equipo de habitación hizo inevitable que se dieran cuenta.

Sabía que esto era producto de su ansiedad, la cual también era un síntoma del estrés que se hacía pasar al querer hacer todo a tiempo y en un muy buen estado, aparte de su nula habilidad para decir "no" a sus profesoras, las cuales le pedían favores con frecuencia.

Un agradecimiento a su compañera de ojos color avellana fue suficiente para que dejara su preocupación a un lado y continuara poniendo atención a la profesora que se encontraba en ese momento, tomando apuntes como de costumbre.

Si caes, te levantaré...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora