10 | Conversaciones de vestidor |

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Delia

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Delia

¿Qué estaban haciendo?, se cuestionó Delia apenas puso un pie en la penumbra de la tienda. Sally cerró la puerta con cuidado y se quedaron quietas como maniquíes en el nuevo lugar.

Un trueno hizo retumbar las ventanas y el piso se movió bajo sus pies. Se miraron en la oscuridad, donde no podían ver más que sus ojos, abiertos de impresión. Los ojos de la chica a su lado, brillaban como los truenos, algo grises y electrizantes.

¿Por qué se estaba fijando en eso? Apartó la mirada y frunció el ceño.

Delia, enfócate.

Cuando se levantó esa mañana no había imaginado ni de lejos que acabaría en una especie de misión ilegal en busca de una toma de corriente junto a la chica que había pillado en medio de lo que parecía una crisis existencial.

Su vida estaba dando un giro un tanto absurdo si lo pensaba.

Entre las cosas que no debía haber hecho —de tener al menos una pizca de sentido común— estaban: hablar con una desconocida, aceptarle una bebida, y seguirla por los pasillos desolados de un aeropuerto hasta allanar una tienda.

Estar siempre tan relajada le podía traer malas consecuencias, pero por suerte se había cruzado con esa chica y no con alguien más.

—No creo que nos encuentren aquí —susurró Sally a su lado, estrujando la tela de su camisa contra sus palmas.

Parece que hace mucho eso, como lo de apartar el cabello de su hombro.

—¿Estás bien? —preguntó de nuevo, como lo había hecho en los bancos de la zona de espera—. Digo, porque te ves agitada.

La chica rio con lo que le dijo. Negó con la cabeza y se movió un poco en el lugar, rozando sin querer sus hombros.

—No es nada —respondió con una sonrisa de labios cerrados. —El día ha sido algo raro, y ahora estamos aquí porque te arrastré hasta esto, y si nos llegan a descubrir... Pues, tendrás que saltar por una ventana, porque no voy a dejar que te metas en problemas por mi culpa.

Decir que se había quedado sin palabras sería un eufemismo. No hallaba ni una razón por la que ella, esa chica con la que apenas había cruzado unas palabras, le interesara que estuviera en problemas.

Parpadeó varias veces, Sally seguía mirándola con algo de culpa en sus ojos. No esperaba para nada esa respuesta. Se movió hacia adelante, empujando la maleta y dejándola rodar sobre el suelo hasta que se detuvo al chocar con un mueble. Se paró frente a Sally, que ahora la veía con más atención. Había entreabierto sus labios como si quisiera decir algo, pero esperó la respuesta de Delia.

—Ok, escucha. —empezó, completamente segura. Se pasó una mano por el cabello, peinándolo hacia atrás, aunque los mechones se devolvieran a su frente—. No nos van a atrapar. Segundo, no es tu culpa lo que me pase, en el caso de que nos atrapen.

Bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora