Día 1: Free day

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Suna odiaba los aeropuertos

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Suna odiaba los aeropuertos. Había demasiada gente, los de seguridad eran a veces innecesariamente estrictos y la mayoría de las tiendas vendían sus productos a riñón. Muchas veces, tenía que quedarse de pie en un rincón esperando a que le permitiesen entrar en el avión porque todos los asientos estaban ocupados, algunos por mochilas o maletas que perfectamente se podrían haber dejado en el suelo para permitir así que alguien de naturaleza cansada como él se pudiese sentar. Pero, por desgracia, la suerte no le había sonreído y se había tenido que conformar con apoyar el peso de su cuerpo en la pared mientras le mandaba mensajes a su novio, quien se reía de su situación. Rintarō sabía que Osamu todavía no había acabado su puesto en el restaurante, por lo que procuraba no ser demasiado molesto y dejarle algo de tiempo también al mayor para que pudiese tomarse un descanso entre cliente y cliente. Kita también le había escrito, deseándole un buen viaje de vuelta a Tōkyo y pidiéndole que le llamara de vuelta en cuanto pudiese para asegurarse de que todo hubiera salido bien. Suna sonrió para sí. Quizás ninguno de los dos era un hombre de muchas palabras, pero valoraba el vínculo que había forjado con su antiguo capitán.

El viaje había sido largo y aburrido. El castaño había intentado entretenerse con alguna de las películas que ofertaban, mas ninguna de ellas le había terminado de convencer. Tampoco había podido ponerse con su teléfono —ya que no le permitían activar sus datos— por lo que había decidido optar por su segundo pasatiempo favorito además de grabar las famosas peleas de los Miya: dormir. Claro, el plan en un comienzo había sonado la mar de apetitoso, pero sus intentos habían sido en vano, puesto que se despertaba cada vez que el avión se sacudía, presa del pánico. No lo admitiría jamás en voz alta, pero no era muy fan de aquellos cacharros voladores. Así que había intentado entretenerse pensando en Osamu y en lo mucho que le había echado de menos. Por fin iba a poder abrazarle tras un mes de videollamadas y mensajes comprometidos, aunque lamentaba haber decidido regresarse en un día no festivo, ya que 'Samu no podría ir a recogerle al aeropuerto por tener que hacerse cargo de su tienda de onigiri. Le había prometido que intentaría cerrarla antes, pero Suna le había dado a entender que no pasaba nada, que ya se verían en casa.

Finalmente, tras unas tortuosas horas llenas de turbulencias y películas infantiles que nunca antes había visto, Suna llegó al aeropuerto de la ciudad en la que él y su novio vivían. Sus entrenadores les habían dado un descanso de una semana tras haber ganado el campeonato, por lo que todos sus compañeros de equipo habían decidido seguir su ejemplo y poner rumbo a sus hogares antes de tener que retomar la rutina. Rintarō amaba jugar al voleibol, mas debía reconocer que había ocasiones en las que echaba de menos tener a Osamu en la pista con él.

Había sido difícil para los dos continuar con su relación una vez se habían dado cuenta de que sus caminos no eran los mismos. Suna había apoyado en todo momento la decisión de Osamu, puesto que sabía que aquel era el sueño del teñido, y también había estado allí cuando los dos gemelos habían peleado por culpa del egoísmo de Atsumu. Había abofeteado al dicho cuando este le había dicho que cómo podía defender la decisión de su hermano y había sonreído cuando ambos habían conseguido hacer las paces. Sin embargo, el muchacho continuaba sintiéndose bastante inseguro por su relación con el mayor, ya que él era alguien bastante cerrado mientras que 'Samu adoraba el contacto físico de sus seres queridos. Habían habido varias ocasiones en las que Suna había estado demasiado cansado emocional y físicamente como para poder responder los mensajes y llamadas de su pareja, haciendo que este tuviese que acudir a su casa para acurrucarse con él en el sofá, sin nunca forzarle a hablar. Disfrutaban de su compañía, a pesar de que cada uno pudiese estar haciendo algo completamente diferente; no necesitaban las palabras para ver lo mucho que se amaban mutuamente.

Sunaosa week (2021)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora