Día 3: Hurt/comfort

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Suna miró de soslayo la puerta de su departamento, soltando un suspiro a la vez que se frotaba los ojos

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Suna miró de soslayo la puerta de su departamento, soltando un suspiro a la vez que se frotaba los ojos. Estaba agotado, los entrenamientos le habían consumido y apenas tenía tiempo para nada más que comer y dormir. Los músculos le ardían y tenía que tomarse varios baños de sal a lo largo de la semana si quería evitar que se le contracturara el cuerpo, así como pasaba varias tardes envuelto en una manta y viendo series cutres en la televisión. Generalmente, cuando el trabajo le consumía, solía buscar el afecto de Osamu, quien gustosamente le envolvía entre sus brazos y le acompañaba en los momentos de debilidad. Sin embargo, el muchacho en cuestión no se había dejado ver mucho últimamente por el piso que ambos compartían, alegando que estaba haciendo horas extras en el restaurate y que, por ello, tenía que llegar cuando el menor ya se había dormido.

Se ha cansado de ti.

Con un movimiento de cabeza, Suna eliminó aquel pensamiento de su memoria. No, ya había hablado de eso con 'Samu. Él le quería, se lo decía todas las mañanas antes de irse a trabajar, y entendía que Rin era alguien algo más cerrado a la hora de demostrar sus sentimientos. ¿Que habían peleado por ello?, sí. ¿Que habían aprendido de la experiencia y les había ayudado a mejorar la comunicación en pareja?, también.

Pero todo tiene un límite, y tú lo has superado.

Se puso en pie, estirándose la espalda. No le gustó ver que ya había pasado la media noche y que su novio todavía no había podido dejar de trabajar. Le gustaría esperarle despierto, pero los párpados le pesaban y al día siguiente tenía entrenamiento —y no quería volver a recibir la regañina de sus entrenadores y compañeros por no haber dormido lo suficiente—. ¿Estaría Osamu realmente bien?, ¿acaso le había ocurrido algo serio que implicase tener que hacer horas extras?

Ha encontrado a alguien más, alguien que le quiere de verdad.

Se lavó los dientes y se recostó en la cama matrimonial, observando el hueco vacío que solía ocupar su pareja. Contuvo la respiración a la vez que sopesaba sus opciones, decidiendo entonces escuchar a su corazón y metiéndose bajo las sábanas, abrazando la almohada de Osamu como si fuera un peluche. Si se concentraba lo suficiente, sus fosas nasales podían percibir el tenue olor del muchacho, dejándole una sensación de calidez y cariño latentes en su pecho. A pesar de que el colchón estaba frío, Rintarō se sentía como en casa. Por desgracia, no era un hogar acogedor, sino uno solitario y demoledor. Uno carente de cariño, de amor, donde sus habitantes pretendían dar a entender que no sucedía nada, pero, de puertas para adentro, ni se dignaban en dirigirse la palabra.

Nunca fuiste suficiente para él.

Con ese último pensamiento, Suna cerró los ojos, sintiendo cómo el cansancio de todo el día le consumía.

Con ese último pensamiento, Suna cerró los ojos, sintiendo cómo el cansancio de todo el día le consumía

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Sunaosa week (2021)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora