Día 5: Food as love language

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Osamu Miya cocinó su primer plato a la temprana edad de seis años

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Osamu Miya cocinó su primer plato a la temprana edad de seis años. Fue en una tarde después de clases, Atsumu había caído enfermo del estómago y su hermano quería prepararle algo que le hiciera sentir bien. A pesar de sus constantes peleas, era un secreto a voces que los gemelos se preocupaban enormemente por el otro, y harían lo que fuera por conseguir arrancar una sonrisa en el rostro de su hermano. Por ello, y aprovechando que el menor de ambos había observado en repetidas ocasiones a su madre cocinar, decidió simular una de las recetas de la susodicha, decantándose por una sencilla sopa caliente que ayudase a entonar el revuelto estómago de 'Tsumu.

Habían sido dos intensas horas llenas de maldiciones y comentarios que un niño de su edad no debería conocer —debía culpar a su hermano por ello—!, pero había conseguido preparar algo relativamente decente y sabroso para su paladar. El Miya menor se sentía muy orgulloso de su reciente creación y estaba deseando llevársela a Atsumu para que le ayudara a sentirse mejor. Sabía que, en el caso de haber estado en casa, su progenitora no le habría permitido moverse por la cocina a su antojo, mas tampoco tenía por qué enterarse, ¿verdad? Lo único que tenía que hacer era asegurarse que no había dejado evidencias de su presunto delito.

—¡'Samu, me muero! —El mencionado rodó los ojos ante las quejas del castaño, sentándose a los pies de la litera que compartían y tendiéndole un cuenco con la sopa.

—No seas dramático. —Cogió la cuchara y se la aplastó contra la boca—. Come, te hará sentir mejor.

—¡Puaj!, ¡está muy salada! —gimoteó Atsumu con la nariz arrugada y los ojos cerrados.

Osamu tragó saliva, evaluando de nuevo su plato. Cuando lo había probado antes de ofrecérselo a su hermano, no le había parecido que tuviese un exceso de sal. ¿Acaso su paladar estaba atrofiado? ¿O es que, a pesar de ser gemelos, sus gustos eran muy disparejos a los de 'Tsumu?

Con los ojos humedecidos, agarró de vuelta el cuenco para llevárselo consigo.

—Lo siento, lo tendré en cuenta para la... ¿Eh? —Le interrumpió un repentino movimiento por parte del mayor, quien le arrancó el recipiente de las manos y se llevó una enorme cucharada a la boca, haciendo todo lo posible por ocultar la mueca de desagrado.

—Idiota, dije que estaba salado, no que estuviese malo. —Tosió repetidas veces. El castaño menor no supo si era por su enfermedad o por el sabor del caldo—. Además, lo hiciste para mí, ¿no? Para que me recuperase lo antes posible, ¿verdad?

Osamu asintió con la cabeza, completamente perplejo.

—Entonces tengo que comérmelo, no quiero volver a ver a Má preocupada por mi fiebre alta —comentó, sin atreverse a mirar a su hermano a los ojos y con las mejillas notablemente sonrojadas.

Fue allí, mientras Atsumu le agradecía con una sonrisa sincera su genuino gesto de cariño, que 'Samu se dio cuenta de cuál era su vocación. Sí, le gustaba el voleibol, y pensaba seguir jugándolo una vez pasasen a secundaria, pero aquel deporte jamás le había hecho sentir la sensación de calidez que recorría su espina dorsal, adrenalina pura embriagándole por dentro y por fuera. Le gustaba dar a los demás, conquistarles utilizando sus estómagos. Si podía alegrarles, aunque fuese un mísero segundo tras haber saboreado el primer bocado, el Miya menor ya daría su misión por concluida.

Sunaosa week (2021)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora