Trece.

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Alonso no regresó de su encuentro con Bryan hasta tarde, cuando ya era de noche y suponía que Jos ya no estaría allí y Rebeca, con suerte, estaría dormida porque al día siguiente le tocaba trabajar. Le suplicó al castaño que pasara el resto del día con él para tener una buena excusa si es que sus padres preguntaban por qué volvía tan tarde, y como Bryan era un muy buen amigo aceptó sin protestar, ayudándolo a evitar a Jos. (En realidad quería que Alonso le contase hasta el último detalle de todo lo ocurrido con Jos desde el principio, pero para el caso venía siendo lo mismo porque se quedó con él hasta la noche y eso le bastaba al rubio para distraerse un poco. "Todos contentos", le había dicho Bryan, y tenía razón a pesar de que Alonso le hubiera dicho "¿quién es el interesado ahora?"). Cuando regresó a su casa, el auto de Freddy ya no estaba en la entrada, así que suspiró con alivio porque sabía que no se encontraría con cierto pelinegro que lo tenía hecho un manojo de nervios y confusión, y también se duchó tan rápido como pudo y luego se encerró en su habitación para no tener que enfrentar a Rebeca, afortunadamente ella no intentó hablar con él tampoco. Aunque con Bryan había logrado distraerse y pasar un buen rato viendo películas, escuchando música y bailando, sabía que ni bien viera a Jos o a su hermana la poca calma que había obtenido se le iría al demonio y ya había tenido suficiente estrés por el momento, no estaba seguro de poder aguantar un segundo más al menos hasta pasados unos días. Y esa fue la razón por la que apagó su teléfono, en caso de que el mayor quisiera comunicarse con él, y no volvió a encenderlo ese día.

Le costó dormirse sin hablar con Jos por la noche, pero era un chico fuerte y sabía que sobreviviría.

Se había dormido con la esperanza de sentirse mejor al día siguiente pero en cuanto se despertó aquella mañana de lunes tenía algo así como una resaca emocional, y supo que mantener esa vana ilusión de mejorar su estado de ánimo era algo estúpido. Por instinto buscó su teléfono esperando recibir el típico mensaje de buenos días de Jos con alguna foto hasta que recordó que tenía el móvil apagado y luego de meditarlo durante unos minutos prefirió que siguiera de esa manera porque no estaba listo para hablar con el chico, no aún. Bastante tenía con saber que en pocos minutos tendría que sentarse a desayunar con su hermana y fingir que todo iba a la perfección cuando no era así como para agregarle a eso una conversación con Jos que probablemente terminaría en una videollamada en la que se masturbarían juntos. Sabiendo que el día anterior su hermana y Jos probablemente se habían acostado, ¿cómo podría hacer tal cosa? Sentía que moriría con sólo verle el rostro a su hermana, y eso que ella no era Jos. Tal vez por eso se esforzó en tardar lo máximo posible en ducharse, lavarse los dientes, vestirse, peinarse, e incluso se secó el cabello aunque detestaba hacerlo porque cualquier cosa que retrasara más el encuentro con Rebeca le parecía algo bueno en ese instante en el que no podía dejar de imaginarse a Jos follando con ella. No era una imagen bonita, y no porque la incluyera a su hermana desnuda, sino porque ella estaba con Jos, su Jos, y se moría de celos. Soy un maldito desgraciado por estar celoso de noona, pensó, y con razón.

Don't Tell Rebe | Jalonso Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora