Nueve

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— ¡TÚ!

Alonso cerró los ojos y respiró profundo, resignado, porque sabía que aquella voz aguda que conocía muy bien sólo podía estar dirigiéndose a él. Y también sabía que tendría que contarle algo sí o sí, incluso si inventaba sobre la marcha, porque Bryan no lo dejaría en paz hasta no tener todos los detalles debido a que era demasiado persistente. De modo que no tuvo más remedio que detenerse justo donde estaba, a unos pocos pasos de la puerta del aula de clase, y esperar pacientemente a que el castaño lo alcanzara. A los pocos segundos Bryan ya se encontraba frente a él y su saludo consistió en sonreír sugestivamente, darle un codazo, guiñarle un ojo y finalmente formar un círculo con el índice y el pulgar de una mano para atravesarlo con el índice de la otra mientras hacía una mueca que a Alonso le resultó en extremo desagradable.

—Eres asqueroso —se quejó—. ¿Cómo es que somos amigos?

—Sí, sí, encantador —balbuceó Bryan sin siquiera prestarle atención—. Cuéntame todo, anda.

— ¡Qué chismoso que eres! —volvió a quejarse—. ¿Qué quieres que te cuente?

— ¡Todo! —Exclamó el menor, abarcando el aire alrededor con los brazos—. ¡Lo viste, te fuiste con él! ¡Tú cuñado! ¡Claro que es prohibido si se acuesta con tu hermana!

—Habla con más respeto de ella, mocoso horrible —reclamó, fulminándolo con la mirada—. Sólo me llevó a su casa porque estaba muy ebrio...

—Pero le dijiste que él era... ya sabes... él —pronunció Bryan en tono confidencial—. Y aun así te llevó a casa... ¿No hicieron nada?

—Claro que no —se apresuró a decir, y rezó para que Bryan ignorara que su voz se agudizó como cada vez que mentía muy descaradamente—. Es mi cuñado y somos buenos amigos, no puedo hacer nada.

— ¿Hablas en serio? —cuestionó el castaño, aún poco convencido—. ¿No hicieron nada de nada?

Más bien todo de todo.

—Estaba muy borracho, Bryan, no podría haberlo hecho ni de querer Do.

Que le cayera un rayo encima por mentiroso en ese mismo instante. No le gustaba tener que engañar a lo más parecido que tenía a un mejor amigo, quería mucho a Bryan y mentirle no se sentía bien, especialmente porque siempre había sido honesto con todo el mundo... hasta que Rebeca llevó a Jos a casa. No tenía otra opción más que mentir, porque contarle a cualquier persona lo que realmente había pasado -y seguía pasando- entre él y Jos estaba fuera de discusión; no quería que nadie supiera sobre eso, era demasiado malo y Alonso sabía que si llegaba a decir en voz alta que estaba teniendo una especie de relación de amantes con su cuñado, no podría soportar la culpa y la vergüenza y tiraría todo por la borda. Y no quería perder lo que sea que tuviera con Jos, no tan pronto, no cuando se sentía tan bien. Si ya le había mentido en la cara a su hermana, la persona que más quería en el mundo, mentirle a Bryan Mouque ya no le parecía tan grave de todos modos. Por eso se relajó y logró repetir la misma historia sobre cómo se encontró con el mayor y este logró que no pasara nada malo esa noche de borrachera, lo que suponía Jos le contó a su hermana cuando lo llevó a casa el domingo, sin agudizar la voz ni un poco y poniendo especial énfasis en que apenas recordaba algo para librarse de preguntas que no quería ni podía responder.

Don't Tell Rebe | Jalonso Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora