Seis.

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—Te quiero a ti.

Sus palabras quedaron sueltas en el aire durante varios segundos. Jos lo miraba incrédulo, la sorpresa plasmada en todo el rostro junto con una mueca de confusión (y Alonso también se sorprendió porque juraba que Jos no tenía más expresión facial que la de aburrimiento o desinterés), aunque no tardó en volver a su expresión habitual, casi como si no lo hubiera oído. Por un momento Alonso temió no haber dicho aquello realmente y sólo imaginarlo porque los segundos pasaban y el mayor no respondía ni parecía reaccionar más. De hecho, si no fuera por el gesto cínico que formó Jos de repente, el cual demostraba que aparentemente estaba barajando sus cartas antes de responder, de verdad pensaría que no había admitido nada. A continuación Jos suspiró y negó con la cabeza mientras llevaba una mano al brazo del menor para sujetarlo con fuerza y se acercaba a su oído para susurrarle algo. Alonso se tensó ante la cercanía, expectante al escalofrío que lo recorrería entero una vez sintiera el aliento cálido y mentolado del más bajo chocando contra su cuello.

—Te llevaré a casa.

Esa no era la reacción que esperaba. Frunció el ceño y se giró para mirar a Jos buscando algún rastro de broma en sus penetrantes ojos avellana, aunque no encontró más que vacío en su mirada. ¿Lo había enfadado con lo que había dicho? Tenía sentido considerando que se suponía que eran amigos ahora, tenía más sentido si recordaba que Jos era heterosexual, y tenía muchísimo más sentido si tenía en cuenta que el chico era el novio de su hermana mayor... lamentablemente, Alonso no estaba suponiendo, recordando ni teniendo cosas en cuenta en ese momento. Alonso simplemente estaba mirando el cuerpo delgado y formado del mayor, su piel blanca y suave, sus facciones agudas y masculinas, sus ojos penetrantes, sintiéndose hambriento y ya de mucho tiempo, y no encontraba una buena razón para dejar de intentar irse a la cama con Jos. Ladeó la cabeza y formó un puchero inconscientemente, no quería enojar al chico pero tampoco quería irse sin obtener nada ya alcanzado ese punto, se había convencido y seguiría hasta el final. Había juntado el valor para confesar su secreto más profundo y ya no quería echarse atrás, sólo quería tener a Jos Canela sólo para él por una noche, ¿y cuándo mejor que en ese instante en el que nada lo asustaba, nada lo intimidaba y mucho menos le importaba? Esa noche era la perfecta para olvidarse de los valores, la moral, la ética, de su familia y de todo lo que no fuera volver sus fantasías una realidad.

—No quiero ir a casa —protestó, acercándose más a Jos—. Todavía no.

—Avísale a tu amigo que te vas sin él —ordenó el mayor, ignorando los pucheros y ojos de cachorro de Alonso—. Yo llamaré a tu herman-

— ¡No! —Exclamó de repente, sorprendiendo por segunda vez al pelinegro—. Por una noche, Jos, sólo por una noche... no pienses en ella...

Don't Tell Rebe | Jalonso Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora