Una vez salieron del primer período el chico de cabello naranja se acercó a ti con una sonrisa gigante y un bollo de carne en su mano derecha. Estabas ordenando tu cuaderno en la mochila, tu cabello cayendo por tu cara, irrumpiendo tu visión, mientras mirabas hacía abajo. Hinata tuvo el impulso de apartar ese molesto cabello de tu rostro dulce, pero supuso que sería irrespetuoso. Se paró a tu lado hasta que levantaste la mirada y lo notaste. Te le quedaste mirando, esperando a que dijera algo.
— Quieres venir conmigo? Somos amigos y podríamos comer juntos! —te propuso con una sonrisa gigante y entusiasmo. Sus ojos achinados por sus mejillas. Pudiste sentir el color y la vergüenza subir a tus mejillas, como si empezaras a enfermar. Te pasaba todo el tiempo y no lo hacía menos vergonzoso. Querías reír y alejarte pero con toda tu fuerza de voluntad lograste asentir, a lo que él se emocionó y esperó a que le siguieras.
Caminaron juntos por los pasillos hasta una banca un tanto arrinconada. Agradeciste el lugar, pues no era centrado y podías estar más cómoda así. Llevaste la merienda que alistaste la noche anterior; cosas de la tienda de tu tío. Shōyo miró tu comida, notando un contenido poco hogareño. Se extrañó pues estaba acostumbrado a la comida de su madre. Sin pensarlo mucho extendió su bollo hacia ti.
— Quieres probar? —preguntó con la boca llena, haciéndolo un poco difícil de traducir.
— Yaku naru? (Se util) —preguntaste intentando adivinar que decía, aunque para ti no había traducción con sentido.
— yatsute neru (quieres probar?) —te corrigió con suavidad. Otra vez, tus mejillas se encendieron en vergüenza pues dijiste una tontería total por no saber escuchar.— oi, no te preocupes, suena parecido.
Esa maldita sonrisa de la nada todo estaba bien. Aunque por dentro seguías avergonzada, no te sentías insegura. Él de verdad parecía ser honesto, no solo por hacerte sentir mejor.
— Y bueno.. quieres probar? —negaste con vergüenza a lo que el se desanimó un poco. Miro a un lado y siguió comiendo— tus padres no te preparan merienda? —preguntó el de cabello naranja sin medir sus palabras.
Miraste la mesa en pánico intentando buscar una respuesta adecuada. Estabas nerviosa desde que llegaron y se notaba. No que te quisieras ir pero si querías.
— Vine a vivir con mi tío...
El mayor soltó un sonoro "Ohh" y luego mordió su bollo. Si bien le habías dicho de donde venías el no pensó que sin tus padres. Pensó un momento hasta que se le ocurrió una idea.
— Algún día deberías probar estos bollos! Son deliciosos —asentiste con inseguridad. No es que fueras delicada con comida, por lo que lo más probable fuera a gustarte.
Al sonar la campana sentiste una mezcla de alivio y tristeza. Sin importar cuan nerviosa estuvieras, el chico era amable y no querías separarte e ir a clase.