Capítulo 3: "Cuidado con el Murciélago"

866 78 7
                                    

"Murciélago"

-Hola pequeño Malfoy ¿me extrañaste? Te traje compañía-. Exclamó el hombre lobo tirando cual si fuera un costal de papas a aquella castaña pelo de arbusto, quien fuese torturada en su mansión tan solo horas atrás, Hermione Granger.

-Tú, bastardo asesino- escupió Draco con una mueca de desprecio, a aquel ser vil que tenía frente a él.

-No sabes cuánto me encanta que se refieran a mí de esa manera-, respondió con una gran sonrisa en su sucio rostro- ¿sabes? Tu madre tenía un exquisito sabor, tan dulce, tan embriagante, totalmente apetecible- Greyback se relamía los labios recordando la escena.

-¡Eres un maldito perro desgraciado!- exclamó Draco rojo de irá, las uñas de sus manos clavándose en su palma al cerrar los puños reflejaban su odio contenido, quería matarlo, pero estaba absolutamente consiente de su falta de varita y ciertos grilletes que impedían sus movimientos, no podría hacerle ni un rasguño a aquel despreciable ser; en cambio, el hombre lobo con solo un golpe podría matarlo.

-¿Me hablas así, después de haberte traído algo de entretenimiento?- respondió volteando a ver a Hermione que seguía semi consiente en el suelo-. Más respeto pequeño Malfoy, ya no tienes a tus papis para que te cuiden y cualquier paso en falso, no dudaré en acabar contigo. A mí no me importa que seas él único de tu línea con vida.

Draco se quedó en silencio, sin dejar de mirar aquellos ojos amarillos que odiaba con todo su ser; alzó el mentón, tratando de no demostrar miedo.

-Bueno gatita- dijo dirigiéndose a la chica en el suelo. -No pudimos divertirnos hoy, pero te prometo que pronto vendré por ti. Y tú-, Fenrir levantó su mirada divertida hacia el rubio- cuídamela, no me la lastimes tanto, no me gustan los juguetes rotos, prefiero hacerlo por mi cuenta.

El hombre lobo salió de la celda dejando solos a la castaña aún semi consiente, Draco Malfoy regreso a su esquina esperando cualquier movimiento que pudiese realizar aquella chica. Después de algunos minutos donde notó que no se movía, su preocupación comenzó a elevarse.

-Granger, despierta- susurró, su voz vacilaba entre temor y preocupación, fijo su vista entrecerrando los ojos, no quería acercarse demasiado-. Granger, joder no te vayas a morir aquí, ya esta celda es lo suficientemente apestosa como para cargar un cadáver en este lugar, no lo resistiría- intentó con sarcasmo esperando una respuesta, pero nada sucedió.

Colocó sus manos sobre su cabeza en un acto de desesperación al seguir con las manos atadas, rascó su cabeza y decidió acercarse más, la celda era suficientemente pequeña, solo algunos pasos y llegó al cuerpo de la castaña, su cabello estaba espantosamente alborotado, tenía ramas enredadas entre sus risos. Draco giro un poco su cabeza, ¿acaso tenía fango en la cara? hizo una mueca de asco al verle el rostro mezcla de sangre y lodo cubrían su piel, parecía como si le hubieran golpeado la cabeza con algo.

No quería tocarla, por Salazar que no, pero tampoco quería tener un cuerpo muerto ahí con él, en esa celda, solo. No, ahora si se volvería completamente loco. Dio unos pequeños empujones con el pie tratando de despertarla, o reanimarla.

-Mmmhh-. Escuchó unos gruñidos bajos por parte de la chica.

-Granger, despierta- siguió empujando con el pie al ver que estaba funcionando.

-¿Qué... qué pasa?

-Pasa que estamos aquí, solos Granger- dijo enfatizando la palabra solos.

Hermione Granger comenzó a abrir los ojos al reconocer aquella voz, poniéndose alerta, aun le dolía el cuerpo. Greyback no fue nada gentil al llevársela, cuando ella trató de poner resistencia la golpeó un par de veces contra algunos árboles en el camino al llevarla sobre los hombros cual costal. Volvió a hacerlo antes de entrar a aquel lugar, ahora recordaba cómo fue que quedo en la inconciencia de a poco.

PRISIONEROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora