Nadie los comprende...
Creen que están locos y quizá tengan la razón
Pero quién diría que una chica podría hacerles aspirar esperanza.
Alguien que no proyectaba venganza o querer dañarlos...
Alguien que de verdad se veía preocupada
Que sabía hablarl...
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—Kissmenaguruyoni— Ochako cantaba a casi todo pulmón una canción mientras se adentraba a la sala A, hoy vería a su primer paciente asignado a la suerte gracias a la “Queridisima” matrona. —Kuchibaruniichiganijimuhodo—Ponía poses dramáticas como apoyar su muñeca en su frente intentando con su voz darle su toqué profundo y antiguo que tenia aquella canción que cantaba.
Por supuesto, nuestra querida enfermera de hebras chocolate, cantaba fatal por lo que ni se hizo tarde cuando algunos enfermeros y psiquiatras decidieron asomarse para ver que pasaba.
—Holdmeabaragaotooteteruoreruhodo.—A lo ultimo alargo sus palabras para que sonara en una armónica, una terrible de escuchar para muchos de los que presenciaban su acto en primera fila —Suki— Puso sus manos en sus caderas y las movió hacia la derecha —Suki—Hizo el mismo acto esta vez moviéndolas hacia la izquierda —Daisuki—Dejo una mano en su cadera apunto a la nada y guiño su ojo sintiéndose una idol —SukiSukiDaisuku—repitió sus acciones en la misma secuencia —SukiSukiDaisuki—lo volvió a hacer. —Aishiteru...Tteiwanakya-...¡¡HAAA!!— Se des concentró y su show dio fin cuando pego un grito porqué cierto enfermero la había asustado.
—¡Lo siento!— Exclamo disculpándose el enfermero Awase mientras sacudía las palmas de sus manos en son de paz.
—¡T-Tranquilo! Con este trabajo ya debería ser normal que la gente me asuste.— Le dice la castaña rascando su nuca algo sonrojada de vergüenza.
El azabache río por lo bajo, los ojos marrones se quedaron analizando su anatomía por un segundo lo primero que noto fue aquel extraño y llamativo peinado hacia arriba así de manera inconsciente la menor poso una suave sonrisa en sus rosados labios.
—¿Qué te trae por aquí?— Pregunta mientras se hace a un lado para darle el espacio que necesita para caminar siguiéndola en el proceso.
—Yo, tengo que atender unos pacientes.— Le asegura jugando con un mechón de sus hebras castañas, el de oscuros cabellos la ve con sus pequeñas pupilas por un momento y muestra sus blancos dientes.
—Interesante ¿Puedo preguntar cuales?— Aquel pelinegro era realmente agradable, la de mejillas rosadas incluso se sentía cómoda con su presencia.
