Aretes de ella

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Ella caminaba junto a él.

La bipolaridad de sus sentimientos era tremenda.

En parte se sentía tan inferior que se avergonzaba.
Por otra parte, se sentía enormemente afortunada de que él caminase a su lado.

De pronto, un destello capta su atención, desviando su mirada hacia una vitrina repleta de joyas.

Un par de aretes dorados.
De esos aretes que con solo ver deseas llevar puestos.

O bueno, así le pasó a ella.

Pero esos aretes claramente estaban hechos para una chica bonita. Una chica que supiera lucirlos.

No como ella.

- ¿Te gustan esos?

Ella asintió automáticamente.
Claro que le gustaban.

- son preciosos...

Estaba tan concentrada en las joyas, que no prestó demasiada atención al chico a su lado hasta lo que dijo después.

- Quedarían más bellos si los llevaras puestos.

Fue como un balde de agua fría.

Porque ella no era bonita, ni mucho menos.

Ella jamás sería capaz de verse bonita con aquellos aretes, cómo las otras chicas.

Y de pronto allí estaba él, diciéndole algo como eso...

¿Por qué le dolía tener que desmentirlo?

Tuvo que sujetarle la manga para impedir que entrase en la tienda.

- yo... me tengo que ir ya.

Siempre había sido fácil darle la espalda y huir de él.

Alejarse de todo para no tener que enfrentar el enorme problema de sus inseguridades.

Pero aquel día, cuando él se aferró a su muñeca, como suplicando que se quedara.
Aquel día casi le pareció más difícil irse que quedarse.

- lo siento jason.

Acabó por irse. Cómo siempre.

Y esta vez tuvo que hacer algo más para quitarse el dolor del corazón.

El dolor físico fue más soportable.

Dejarte ir; Dejarte atrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora