➳ Capítulo 6
Parte 1
"La agitación de mi pecho hace que suba de una manera alarmante y resobando el límite de lo normal tanto que ardía, escocia más que las heridas de mis muñecas. Mis pies latían y enardecían, pero eso no era lo que reinaba en todo lo que avivaba dentro de mí.
—Mi querida y pequeña Ania ¿Dónde estás? —esa maldita voz, se escuchaba cada vez más cerca del lugar en el que había logrado esconderme, desconocía en que parte era. Sus pasos eran tan fuertes, que hacía que el fino y áspero suelo de madera se moviera—. ¡Mierda, sal de donde quieras que estes!
Las ganas de llorar se hacían presentes cuando los acotes de las puertas contra el marco resonaban, solo podía tapar mi boca tratando de callar los minúsculos sollozos que quería soltar para no dejarme en evidencia. Era inútil mi cuerpo era un manojo de nervios y la torrente de lágrimas salían por si solas.
La puerta del lugar en donde estaba se abrió, igual que la esperanza de que fuera alguien que viniera a salvarme, no fue así.
Igual que las otras veces.
—Te encontré, corazón —jaló de mis piernas obligándome a salir de mi escondite, yo no dejaba de gritar solo sentí el impacto de su fría mano en mi mejilla—. No hay porque lloriquear, corazón, solo nos divertiremos un poco —me tomó de mi corto cabello arrastrándome fuera de la habitación, esa noche grité lo que más pude, pero era en vano nadie iba a escucharme.
Solo salió de mi boca un chillido sin fuerza que más parecía un susurro.
—Por favor, déjame..."
Abro los ojos, las lágrimas solamente salen de mí cara, me es inevitable parar.
Quiero hacerlo, quiero parar de llorar, de dejar de sentirme así de vulnerable y abierta, aunque no hubiera nadie viéndome ahora mismo. Solo deseo dejar de sentir que mi propio tacto me hacer arder en el mínimo roce. Me estiro hacia la mesita de noche, intentando tomar el pote lleno de pastillas con mi mano temblorosa, pero fracaso tirándolo todo al piso.
Maldita sea, justo ahora, mi mano tiembla tanto que no sé si es tan solo esa parte o era todo mi cuerpo entrando en un estado frenético como de costumbre. Una vez más me dejo caer en los llantos y lamentos de mi pasado.
Una vez más no puedo dejar de pensar en cómo me sentía, en cómo me dolía estar ahí.
La puerta de mi habitación se abre.
Las ligeras gotas, se hacen cada vez más gruesas y el dolor de mi cicatriz aumentaba tanto que me hace doblegar sobre mi cama.
—¿Ania? —camina hacia mí lo más rápido que puede—. ¿Estás bien?
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Sombra del Pasado
RomanceAnia Yakovlev descubrió a una edad temprana que la vida no era un cuento de hadas, a pesar de las historias idílicas que su madre le leía en su infancia. La dura realidad la golpeó con fuerza, dejando cicatrices permanentes debido a eventos inespera...