➳ Capítulo 1
En Canadá:
" De pie sobre el umbral de la puerta de esta habitación, fría, oscura, sin ningún rastro de claridad aparte de las pequeñas velas qué había por la habitación. Estaba recostado con una sonrisa ladina, tarareando una canción que desconocía, sintiendo como observaba de forma penetrante mi anatomía desnuda, sujetada por las muñecas a esa áspera pared de cemento sin terminar.
Sus pasos resonaban por los rincones más pequeños de esta habitación. Su tarareo escuchándose más cerca de mis oídos. No tenía fuerza para alzar la vista más allá de unos segundos y el sabor metálico aún reinaba sobre mi boca.
—Qué quieres... —mi cuerpo vibrando al sentir una hoja afilada y puntiaguda recorriendo por toda mi silueta, pasando su asquerosa lengua húmeda y caliente del cuello a mi lóbulo—. ¿Qué deseas de mí? —pregunté débilmente.
Su mano bajaba lentamente de mi silueta, hacia mi abdomen trazando círculos con la punta de aquella afilada hoja, acostándola sobre mi piel.
—Es muy estúpida la pregunta, cariño — solo fueron unos segundos antes de que halara con fuerza sobre mi piel, mi cuerpo automáticamente se estremeció, expulsando súbitamente un grito desesperado de dolor—. Deseo todo de ti."
Me levanto sintiendo como las gotas de sudor resbalan desde mi frente, es otra noche en la que las pesadillas me atacan y los recuerdos me persiguen unos tras otros. Extiendo mi mano en busca de algo de agua pero solo toco el bote vacío de los somnniferos.
Respiro con fuerza, sabiendo que no podré conciliar el sueño de nuevo sin tomar las pastillas, pero algo dentro de mí quiere creer que esta vez lo lograré. Con frustración, tiro el bote vacío y me recuesto, dando vueltas en la inmensa soledad de la cama.
El chillido del golpeteo en la pared hace que un insignificante dolor de cabeza comience y mis esperanzas de conciliar el sueño sean totalmente asesinadas .
Por Dios, tienen un mes de casados y pareciera que todas estas han sido la noche de boda, sin duda alguna me llego a impresionar como el grosor de las paredes que nos separan no son suficientes para que su extasiada noche me acompañe.
Me resigno a ver la hora del reloj, cerca de las 6:00 am. Lanzo mi mano, agarro la ligera almohada y la pongo sobre mi cara, presionando con fuerza.
¿Será que puedo dormir aunque sean 10 minutos? ¿Universo?
Recuerdo el desayuno con la familia Saeli a las 8 y las grandes posibilidades de un contrato para la exportación de mercancía a Nevraska.
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Sombra del Pasado
RomansaAnia Yakovlev descubrió a una edad temprana que la vida no era un cuento de hadas, a pesar de las historias idílicas que su madre le leía en su infancia. La dura realidad la golpeó con fuerza, dejando cicatrices permanentes debido a eventos inespera...