⛧ 7 ⛧

240 26 3
                                    

El amanecer llegó y Yunho abrió sus ojitos, topándose con algo que definitivamente pocas personas habían tenido el placer de experimentar.

Mingi estaba en su forma demonio. Unos grandes cuernos color carmín oscuro se hacían presentes, captando toda la atención del menor. No eran completamente lisos, tenían pequeños pliegues, en forma de cono dando curvas hacia arriba.

Jeong notó como algo se movía entre las sabanas, su instinto curioso le ganó, decidió levantarlas para encontrarse con una larga y gruesa cola, roja como la sangre, que salía desde su espalda baja, alargándose por 1 metro, parecida a un látigo, pero al tacto parecía rugosa y áspera.

Detallando más, vio que las uñas del mayor habían crecido, tornándose negras y filosas, pequeñas venas oscuras le recorrían todo su cuello hasta llegar a la mandíbula.

Decidió tocar los dichosos cuernos, lentamente acercó su mano hacia estos, pero fue interrumpido por los grandes ojos de Mingi abiertos, los cuales poseían un degradado de la escala de grises brillante, irreales como todo en el.

- Buenos días Yun- Saludó

El menor sonrió. - Buenos días Gigi, no sientes un peso extra o algo así?

Song llevó sus manos hacia su cabeza y rápidamente supo que sucedía. -Jodida mierda. Yuyu, te voy a pedir de favor que salgas rápidamente de mi habitación si no quieres ser carne de demonio ahora mismo.

- Que sucede Gi - se acercó más hacia el.

- No te acerques mucho Yuyu, acabo de entrar en temporada de apareamiento, no te recomiendo que te quedes aquí, juro que estoy aguantando las ganas de hacerte mío en este momento y no se si me pueda reprimir cinco minutos más, así que corre ya.

Yunho salió rápidamente de la habitación, marchándose a la suya poniendo el seguro como Mingi le recomendó. Pero esto no serviría de nada y el menor lo sabía, fácilmente el demonio podía utilizar su magia y aparecer en su cuarto. No lo iba a negar, le encantó esa faceta del mayor, candente, sus ojos lo terminaron de hechizar completamente. Grises, vibrantes, bien abiertos y lujuriosos ¿Qué más podría pedir?. Le había calentado en demasía lo presenciado, todo sumado a la cantidad de tiempo que llevaba sin sexo creaba una gran bola giratoria que tarde o temprano se rompería creando un caos brutal.

¿Quién sabe si ese día sería hoy?

Procedió a darse un largo y tendido baño, repasando cada una de las partes de su precioso cuerpo, deleitándose con las mismas. Se amaba tanto a si mismo, cada pequeña porción de su existencia, era totalmente hermoso.

El agua caliente resbalaba por su tostada piel, creando una pequeña lluvia artificial.

Mientras se recorría a si mismo, suspiraba pensando en las gruesas manos de Mingi, tocando cada zona erógena, haciéndolo respirar erráticamente y gemir por lo bajo su nombre.

Por otro lado Song estaba más sensible que nunca, había intentado calmarse manualmente pero no le había funcionado, sus pensamientos se dirigían hacia una sola persona Jeong Yunho, imaginando cómo se enterraba una y otra vez dentro de él. Como su polla sería absorbida por la cavidad anal del menor.

¿Tenía miedo? Claro que si, su área genital había aumentado de tamaño, no quería hacerle daño a su pequeño pedacito de Iceberg, porque sí, Jeong Yunho era un diminuto pedazo de hielo.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando a su nariz llegó una gran aura de excitación.

Dejándose llevar por sus instintos primitivos, su desarrollado olfato lo llevó hasta donde provenía semejante aroma.

Y ¡Oh! Sorpresa, era el cuarto de Yuyu.

Intentó abrir la manilla pero recordó que este se encontraba cerrado como le había recomendando. La situación se volvía más tensa, sus ganas cada vez aumentaban más, mientras que el aroma se hacía más intenso.

Sus ojos se tornaban más brillantes, sus venas cada vez más rojas. Las negruzcas uñas se clavaban en sus palmas haciéndole daño.

Cerró sus ojos y en menos de lo previsto apareció sobre la cama de Yunho. ¡Vamos!, era un demonio, claramente podía utilizar la magia a su antojo. Podría inducir a el humano en un conjuro sexual, pero claramente no lo haría, no forzaría ni le obligaría tener relaciones con el, esperaría pacientemente su consentimiento. Tal vez le tomase años poder probar ese cuerpo digno de pecar, pero la espera valdría la pena, claro que si, era un demonio lujurioso pero eso no justificaba que de una manera u otra obligara a Yun.

Ni cinco minutos pasaron cuando la puerta del baño fue abierta, dejando escuchar al humano quien tarareaba una linda canción. Yunho dio un brinco, se asustó al ver al demonio en su cuarto, pero debía reconocer que se veía demasiado sexy.

Mingi no sabía a que santo agradecerle esa imagen que estaba teniendo ahora mismo, Jeong utilizando una toalla amarrada a su pelvis, dejando al descubierto parte de su torso y piernas, su sedoso cabello mojado cayendo sobre su frente .

- Que haces Song sal de aquí, estoy en paños menores. - Pronunció mientras se cubría rápidamente con una manta.

- Yuyu, tu demonio necesita cariño, amor y besitos - rogó, mientras hacia un pucherito del cual ni una roca se resistiría .

- En primera no eres mío y en segunda, espera a que me ponga ropa pervertido.

- Para que te la vas a poner, si esta noche vas a acabar sin ella - Murmuró.

- ¿Qué dijiste?

- No nada, que te pongas algo rápido sino quieres coger un resfriado.

Un rato pasó y Jeong pudo vestirse, rápidamente se acomodó en su cama y atrajo a sus brazos a Song, dejando pequeñas caricias en su carita endemoniada, toquecitos en su cabellito, pellizquitos en sus brazos y unos besitos en sus cuernecitos.

No muchas caricias fueron necesarias para que este par de tortolitos se quedasen dormidos.

Deberían descansar de más, quien sabe si está noche ocurriera algo inesperado.

Invocados (Yungi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora