ִֶָ ˚˖🍓 Las cartas no mienten (Drarry) ִֶָ ˚˖🍓

◍𑂺ི⸼🍓⃕. ¿Prometido?

• Toma mi mano,
promete que todo estará bien. •
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El miedo inundó mi sistema al sentir su cálido abrazo, no por qué me sienta mal. Al contrario, tengo miedo de lo mucho que me gustó estar tan cerca a él.

– ¿Prometido? – pregunto confuso, si el es a quien le pedí matrimonio... ¿Por que lo acepto?

– Claro que sí, tontito. Tú me lo pediste hace poco. Parece que no lo recuerdas, que gracioso eres. – me sonríe y esa hermosa y radiante forma de ser me podría dejar rendido, de no ser por que no lo conozco y realmente el no me gusta.

Pequeños errores que uno comete.

Debería decírselo, sin embargo aquella interesante forma de verme me trae paralizado y apenado por decir esas cosas. Quizás si lo hablamos con más calma pueda arreglarlo luego.

– Te extrañe, mucho.– nuevamente esas palabras me dejan desconcertado y alzó una ceja. – ¿No me recuerdas? Cuando eramos pequeños siempre fuimos mejores amigos, inseparables. Que irónico... Ahora estamos comprometidos. ¿No es adorable?

Sigo confundido pero solo asiento incomodo. – Claro que lo recuerdo.... Claro... – y como si yo fuera el mismísimo Willy Wonka empiezo a recordarlo. Sabía que ese sello familiar lo conocía de algún lado. Sin embargo antes de continuar con esas memorias, y un leve dolor en la cabeza, mi padre aparece detrás mío.

– ¿Hijo, por qué la demora? – pregunta y luego ve al chico rubio en frente mío. – ¿Malfoy menor?

El chico que tiene más o menos mi edad va y lo abraza. – Señor Potter, cuanto tiempo.

El mayor imita su acción y le devuelve el abrazo al más joven, para así volver a verlo. – ¿Que te trae por aquí? – pregunta James.

El rubio sonríe. – Soy el prometido de Harry. – dejando así estupefactos a ambos.

– ¿Prometido? ¿Eso es lo que querías ocultar, Harry? – pregunta severamente y esperando una respuesta por su parte, que no fue recibida. – Espero que entiendas que no tengo problemas con eso. Oh, joven Malfoy, usted es más que bienvenido en la familia.

El menor sonríe y ve fijamente al señor en frente suyo. – Muchas gracias, señor Potter.

A la distancia se pueden ver a tres jóvenes muy peculiares. – No le tengo gran confianza. – dice la chica.

– Yo tampoco, es extraño. – responde el contrario.

– Dejen de ser chismosos y ya vámonos. Lo vieron, ya es hora de- – antes de terminar su oración nota la presencia de alguien más en ese lugar. Se queda callado y vuelve a hablar tratando de controlar su respiración. – ¿Por que no vamos a presentarnos?

Los otros jóvenes se ven confusos y luego se encogen de hombros para ir a aquel lugar. No era una mala idea.