ִֶָ ˚˖🍓 Las cartas no mienten (Drarry) ִֶָ ˚˖🍓

◍𑂺ི⸼🍓⃕. Todos tenemos verdades.

• Y no finjas que estás bien,
no hace falta que mientas.•
───«•❁•»──────«•❁•»───

Los acontecimientos más atroces, según sus palabras, no solían empezar de una manera tan extraña.

¿Para ser precisos, quienes hablarían de un problema presentado hace años a media noche?

– Mira esto es sencillo. Siéntate y nosotros te contaremos todo. Es algo sencillo. Solo que Theo jamás se debe enterar de que te dijimos esto. –

El azabache los vio extrañados pero hizo lo que dijeron. Se sentó, aún sintiendo el terrible frío golpear su rostro, realmente todos ellos eran extraños.

– Esto es sencillo, querido. – repitió la pelinegra mientras se colocaba detrás suyo y acercaba su rostro de forma agresiva a su hombro.

– Tu eres la pareja de Dray... Por lo cual debes saber cosas poco importantes, pero a la vez con suma importancia. – se contradijo el moreno mientras mostraba una peculiar sonrisa, al estilo del gato sonriente en Alicia y el país de las maravillas.

– Sería bueno poder contar esto sin tener que rimar. El punto de esto es que se entienda y no te vayas a confundir. Así que seremos breves y habilidosos al hablar. – volvió a decir Pansy. Cosa que ya tenía tenso al azabache.

Ambos amigos se posicionaron en el mismo lugar y empezaron a hablar con claridad pero como en una canción. Ambos siendo los perfectos dúos.

– Hace no mucho tiempo, en Francia, hermoso lugar lleno de inesperadas sorpresas. –

Dijo Blaise.

– Un joven de bellos cabellos rubios empezó a destacar por su extraordinaria forma de ser. –

Continuó Pansy.

– Y ante la mirada de todos se notó que el sería perfecto. Ciertamente cierto... Ups, lamento mi fallo al hablar. Pero debo continuar. – aunque parecía ser una historia graciosa por su interesante forma de contarlo, tenían una seriedad indescriptible en cada mirada. Era extraño, ambos eran extraños.

– Pero entre todos los caballeros y damas que llegaron a tratar de conquistar a nuestra bella rubia, alguien destacó. – procedió la pelinegra sin tomar gran importancia. Mientras daba vueltas indefinidas por todo ese pequeño lugar. Hasta que se quedó parada a solo centímetros del moreno.

Quien atrevidamente tomo su mano y le dio un beso. – Un caballero audaz, guapo y eso no hay que dudar. Cabellos tan cafés como... El café, cacao, quizás hasta ambos, ojos tan grises como la plata. Y realmente apuesto ante la mirada de los demás. – continuó él susodicho.

– El era interesante, el logro destacar y enamorar a Dray. Pero mamá y papá no estaban conformes con él, sin embargo, al ver que su pequeño niño se iba a casar cedieron ante la propuesta del "mal". – la pelinegra ahora era sostenida por la cadera demasiado cerca del rostro de su amigo.

– Perfectamente hermosos, ambos encajaban tan bien como la pizza y la piña. Pero las dudas de mamá y papá quizás eran ciertas. Pues el día de la boda... – Harry trato de taparse los ojos por qué parecía que ambos se iban a besar. Más lo que no espero fue que se separarán de forma agresiva.

– Él peculiar castaño abandono en el altar a Dray. Quien con dolor hoy sigue esperando un amor que no lo abandone sin más... Ahí es cuando entras tú. – mencionó la pelinegra mientras ahora caminaba con total paciencia hacía él azabache.

– Ahí es cuando tú sanas su dolor. – ambos ahora tenían una sonrisa.

Cosa que mantuvo en alerta al azabache.

– En fin, que tengas buena noche Potter. Y que la boda salga de maravilla. – mencionó la pelinegra y le dieron una última mirada antes de irse.

– Ah, y Potter. Mucho cuidado. – finalizó por fin el moreno.

Las cosas todavía se estaban procesando en su cabeza. Así que eso era, el dolor de un amor perdido lo había impulsado a aceptar de forma casi estúpida su propuesta de matrimonio. Quizás fue solo el despecho lo que lo llevó a tal situación. Entonces no habría gran problema en si le decía que el tampoco sentía nada. No causaría nada. ¿Verdad?