Capítulo 4: Lobos tontos

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La jauría de lobos corría levantando el morado pasto bajo sus patas, aspiraban el aire y buscaban en los olores de la naturaleza. El Lobo de Louis los comandaba, se veía salvaje e imparable, nada podía hacer que se detuviera.

La preocupación y tristeza corriendo por su sangre, sirviendo como un combustible que lo hacía seguir buscando. El simplemente no quería aceptarlo o siquiera pensarlo, trataba de convencerse de que su hadita estaba bien, que pronto la encontraría y que la sangre que el vio, no le pertenecía.

Gruñe con fuerza cuando un Lobo se acerca a él, el animal se inclina en respeto y puede leer algo en sus ojos.

El lobo contrarío mueve la cabeza y señala hacia una dirección llena de árboles gigantes, toda la manada para de correr y también miran el lugar señalado.

Entonces puede verlo.

La presión de su pecho desaparece dando pasa a una fuerte exhalación, por fin el aire regresando a sus pulmones sin que antes se hayan dado cuenta que habían sido privados del oxígeno.

El dolor se aminora y su vista deja de ser borrosa, Louis que estaba encogido del dolor dentro del lobo, se levanta poco a poco con esperanza brillando en sus ojos, la negrura en su cabeza despejandose dándole paso a un pequeño rayo de luz.

Se puede ver un rastro de polvillo de hada fresco sobre ramas, arbustos y hojas de árboles, un pequeño camino desglosado que sin duda lleva a un lugar. Pero sabe que no es cualquier polvillo de hada, el color, el brillo y la contextura, le dicen que ese polvillo pertenece a las hermosas alas de su bolita de miel.

Una sonrisa cegadora se extiende por el rostro de Louis y está empezando a llorar de felicidad sin que se dé cuenta.

Los ojos del lobo cambian de rojo, a un azul más claro que el cielo de verano. Louis toma el control de nuevo, solo queriéndo tener a su hada consigo, para decirle lo mucho que lo ama.


🧚‍♂️🧚‍♂️

Los cristalinos ojos verdes vagaban mirando todo a su alrededor, observaba con curiosidad a las hadas pasar a lado suyo con rapides, mientras llevaban utensilios y distintos remedios naturales a base de llervas.

Sus manos picaban por tocar todas las plantas de distintos y vivos colores, su cabeza ansiosa por absorber información.

Un lindo conejito gris talló su pequeña cabeza contra la tela del vestido de la hadita, el chico se volteó con rapidez, su corazón calentándose de ternura y amor, amaba los animales, creía fielmente que la madre naturaleza había creado a los humanos y mandó a los animales como disculpa.

Río bajito ante el pensamiento.

"Entonces, prefieres hacer el examen hoy?, o regresar en unos días ", pregunta Lia llamando su atención con suavidad.

Harry levanta la mirada del conejito que acariciaba con delicadeza, sonriendole a la hada con amabilidad.

"Me encantaría hacerlo ahora", afirma rascando su brazo con timidez.

"Oh claro, como tu lo desees, acompáñame", le hizo una seña para que siguiera sus pasos mientras empezaba a caminar.

Harry se inclinó rápidamente para dejar un pequeñito besito en la frente del conejo, sonriendo dulcemente en forma de despedida hacia el animal.

Siguió los pasos contrarios lo más rápido que pudo, sosteniendo las puntas de su vestido para que no se levante con el movimiento.

La hada lo guió a otra gran sala, esta tenía poca iluminación y estaba llena de plantas y flores secas que rompieron su corazón. Había unas cuántas hadas cuidando de ellas, hablaban con las mismas y muecas tristes brillaban en sus hermosas caras, el pecho de Harry se hundió ante eso, todas las hadas tenían una fuerte conexión con la naturaleza hasta el punto de sentir el dolor de la misma.

Hadita L.S Donde viven las historias. Descúbrelo ahora