𝙲𝚊𝚙í𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟷𝟷 "𝚁𝚎𝚟𝚎𝚕𝚊𝚌𝚒𝚘𝚗𝚎𝚜 𝚊𝚌𝚌𝚒𝚍𝚎𝚗𝚝𝚊𝚕𝚎𝚜"

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"19 días antes"

— Maldita sea... ¡Harry! ¡Me has quemado la mano!

— ¡Lo siento, lo siento! – dije llorando mientras Louis se iba hacia la cocina para meter la mano, que tenía muy colorada, bajo el chorro de agua fría – Te lo dije, no deberías haberme obligado a hacer nada que tuviera que ver con el café, yo ...

— Tu no tendrías que haber hecho nada, se suponía que solo tenías que vaciar el filtro – soltó Louis — ¿Cómo te las has arreglado para llenarlo todo de agua caliente?

— ¡No lo sé!

Mi primer día oficial en la cafetería Tomlinson's no estaba yendo nada bien. Lo de ayer parece que había sido suerte de principiante.

Se me había caído media bolsa del café colombiano de importación en el fregadero, casi le tiro a un pobre hombre un tazón de sopa en el regazo, me había equivocado con más de un pedido y acababa de quemarle la mano a Louis. Había estado tan nervioso todo el rato, con Louis merodeando por ahí mientras me ladraba los pedidos, diciéndome como se hacía esto y aquello. Era un milagro que no hubiera prendido fuego al edificio entero. El trabajo aquella tarde estaba siendo completamente distinto a cuando había trabajado con Johanna la noche pasada, y desde luego ni la mitad de divertido.

Había depositado grandes esperanzas en este trabajo en la cafetería. Pasar más tiempo con Louis fuera del instituto, casi sin que no interrumpieran, me había parecido una bendición cuando Johanna me lo ofreció. Pero en realidad, lo único que había conseguido sobre Louis era que tenía por delante una carrera de sargento mandón. Nunca había visto a nadie mandar así a la gente, sin dudarlo y con tanta facilidad.

Tenía que reconocerlo, no obstante. Siempre había pensado que cualquier ambiente de trabajo seria estresante, pero lo cierto era que el llevaba el negocio de manera que funcionaba bien y con pocas dificultades: salvo a mí, que era su único escollo.

— Bien, desde luego, vas a ser la bomba como camarero, eso seguro – Louis cerro el grifo y seco sus manos con una toalla antes de volverse hacia mí con el ceño fruncido – No estoy muy seguro que estes hecho para esto.

— Sí, yo mismo me lo he estado planteando – dije, frotándome el cuello por detrás – A la tercera va la vencida, de seguro.

— Seguro – dijo él con sarcasmo – Mira, ve a recoger las mesas y a limpiarlas. Yo acabare con lo de aquí.

— De acuerdo.

Tomé un cubo grande de platico de debajo del mostrador y me puse a recoger tazas sucias, boles, platos y cubiertos. Cuando hube acabado con eso, tomé un trapo y limpie las mesas, luego levante las sillas y las coloqué bocabajo sobre las mesas.

Llevé el cubo, ahora lleno, a la cocina, preparado para dárselo a Louis y ayudar a Johanna, pero él no estaba en la cocina. Para no molestarle más de lo que ya lo había molestado, lavé los platos sucios y los puse en el lavavajillas. Al menos en los respecta a la limpieza de la vajilla desempeñaba mi labor sin problemas.

Cuando hube acabado, salí de la cocina y me fui a la caja, donde Johanna estaba contando las ganancias del día.

— Creo que ya está por hoy — me dijo – Puedes irte a casa. Ya te diremos cuando tienes que volver a venir.

— Gracias – dije un poco avergonzado – Mmm. En cuanto a lo de hoy... Lo siento no quería causar tantos problemas.

Johanna levanto la mano para que lo dejara, sonriendo.

— Ni siquiera te preocupes por eso, cariño. Es tu primer día y a veces los primeros días no van tan bien como quisiéramos.

Que las cosas no habían ido tan bien como hubiera querido era decirlo con mucha suavidad. Hoy había sido un día terrible.

En 27 díasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora