Puentes

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Pablizza.

Narrada por Pablo.

contenido sensible


El día gris no ayudaba a mi situación, aunque en realidad nada podría ayudarme hoy. 

Había llovido toda la semana, y luego de muchos años volvía a nevar en buenos aires. Era posiblemente el día mas frio del año. Las calles estaban blancas y vacías. Era deprimente, casi tanto como yo.

Estaba decidido a hacerlo, mil veces planee esto y por fin había llegado este día. Por fin hoy me animaría de una vez por todas. Hoy era el día.

Me paré en el borde del solitario y poco transitado puente, al mirar hacía abajo había una gran distancia entre el y el agua, si caía quizás nunca logren encontrar mi cuerpo. Por lo menos esa era mi intención, caer y nunca volver, desaparecer de la faz de la tierra, que mi padre nunca vuelva a encontrarme. Acabar con mi dolor, llegar de una maldita vez al final.

La cantidad de agua había crecido notoriamente, llevaba meses analizando este puente, este rio, y hoy era el día que más agua tenía. Por más que estuviera levemente cristalizada.

Inhalé hondo, me sentía listo, no habían más motivos por los cuales no hacerlo. Lo malo superaba lo bueno, siempre lo hacía.

No tenía de quien despedirme, no deje una nota, no visité a nadie por última vez, no valía la pena hacerlo. Estuve completamente solo en el mundo, y así me iría, solo.

Puse un pie casi en el aire, un paso era lo que me separaba de la ansiada muerte, un solo paso.

No iba a volver a escuchar los insistentes gritos de papá, los silencios de mamá, las constantes comparaciones con mis hermanos mayores, el desprecio de parte de ellos, ni la preferencia que todo el mundo tenía por los tres. La falsedad de mis supuestos amigos, o como en realidad nunca pude tener uno, el odio de mis compañeros, las mentiras de Paula. Adiós a todo, y a todos.

Había sido suficiente para mí.

Nunca fui capaz de enfrentar a mi padre, no me animé. Así como tampoco pude demostrar a mi familia que realmente no soy un inútil,  ni tampoco pude tener amigos reales, ni llevarme bien con mis compañeros, o por lo menos, ser capaz de tener una novia que no le cobre a mi papá por acostarse conmigo.

Sergio Bustamante me odia por no ser como él, se paso gran parte de mi vida golpeando y gritándome, mis hermanos se entienden entre ellos, pero a mi jamás me quisieron, tal vez por la diferencia de edad, ya que todos tienen más de treinta años, y yo solo tengo dieciocho. Mora, mi madre, jamás tuvo alguna conexión conmigo, se dedico a tapar su sufrimiento con alcohol y pastillas, fue la única manera de tolerar a mi padre durante tantos años.

No la culpo, yo haría hasta lo imposible por sacar las voces de Sergio Bustamante de mi cabeza, pero ni con todo el alcohol del mundo podría olvidarlo.

Mis amigos, los tuve en algún momento, en realidad tuve un amigo, Tomás, a quien aleje por mis problemas y mi manera de ser. Luego de él nadie volvió a quererme por lo que soy, sino por lo que tengo. Dinero. Muchísimo dinero.

¿Y Paula? ¿Qué decir sobre la única mujer que amé? jamás me sentí tan humillado, mi padre le pago para hacerme debutar, y luego ella no supo como alejarme. La única vez que estuve enamorado fue de una embustera. 

Paula se acostumbró a mis carísimos regalos, a las salidas en los restaurantes más caros, a las alhajas de oro que le regalé, a la ropa de diseñador y los bolsos de marca. Porque a demás de ser ingenuo, soy un idiota. Creí que era la única manera de mantener a una mujer como ella cerca de mí, porque muy en el fondo, yo no creía que merecía ser amado.

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