Capítulo 4 | ¿Qué es esto? ¿El puto ejército?

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Anakin

Cuando el padre de Hendry detuvo el coche frente a una pequeña tienda de autoservicio para cargar gasolina, anunció que bajaría a comprar bebidas y dejó a Anakin (el único adolescente consciente y responsable) a cargo de todos los demás. Anakin, que estaba sentado en el asiento trasero con Padme aferrándose a su brazo derecho y Jonas a su brazo izquierdo, dejó escapar un largo suspiro.

—No dejes que Hendry se quede dormido —le había dicho su tío antes de bajar del coche para ir a comprar las bebidas—. Si lo hace, dale un buen golpe en la nuca de mi parte, ¿entendido?

Anakin miró a Hendry, que estaba sentado en el asiento del copiloto con Paige (la pelirroja más guapa de toda la escuela), dormida en su regazo. Se sintió aliviado al ver que aún estaba despierto, aunque parecía estar en una especie de viaje astral o algo parecido.

«Después de tanto golpe en la nuca, me sorprende que siga con vida».

—Annie... —susurró una voz enronquecida junto a su oreja izquierda.

Anakin sintió que se le erizaban los vellos de los brazos. La voz ronca de Jonas era suficiente para calentar la sangre que corría por sus venas, amenazando con despertar cierta parte de su cuerpo.

—¿Qué pasa? —le preguntó Anakin muy despacio para no llamar la atención de Hendry.

Jonas, que seguía bajo el efecto de las drogas, presionó sus cálidos labios contra la delicada piel de su cuello, provocando que un montón de escalofríos le recorrieran todo el cuerpo. Anakin tragó saliva, cerró los ojos y se dijo a sí mismo «tranquilo, debo mantenerme sereno para no caer en la locura».

—Quiero darte un beso... —susurró de nuevo Jonas de forma que solo Anakin pudiese escucharlo—. Todos los demás están dormidos y el hombre del saco se ha ido, así que nadie nos verá.

Al escuchar eso, Anakin frunció un poco las cejas.

—¿El hombre del saco? ¿De quién estás hablando?

—¿Pues de quién más va a ser? Del hombre que estaba conduciendo el coche.

Anakin estuvo a punto de soltar una escandalosa carcajada que podría haber despertado a todos en el coche, pero se contuvo. En su lugar, apretó los labios, entrelazó sus dedos con los de Jonas y negó con la cabeza.

—Mañana.

—¿Mañana qué?

—Mañana te dejaré darme un beso. Esta noche no, así que compórtate ¿de acuerdo?

Jonas gruñó e hizo un puchero con los labios, pero terminó aceptando.

—De acuerdo... —murmuró, cerrando los ojos para volver a dormirse.

Minutos más tarde, Anakin se volvió para comprobar que Hendry siguiera despierto. Pero a pesar de todas las amenazas que le había hecho su padre, las cuales consistían en destrozarle el cráneo o partírselo a la mitad, él de todas formas se había quedado dormido con la cabeza inclinada hacia un lado.

«Bien, ese idiota definitivamente no le tiene miedo a la muerte».

—Eh, Cross —lo llamó, pero el rubio no se movió—. Despierta o tu padre nos matará a ambos —insistió, pero Hendry continuó sin dar señales de vida. Irritado por el hecho de no poder mover los brazos, Anakin hizo lo único que podía hacer; darle una patada al respaldo de su asiento—. ¡Despierta!

Solo entonces, Hendry dio un respingo y abrió los ojos de golpe. Pestañeó varias veces, miró a Paige en sus brazos asegurándose de que estaba bien y, finalmente, se giró para mirar al responsable.

Beautiful Serendipity ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora