Susan
Susan Presley se despertó bruscamente en la oscuridad de su habitación, con la respiración agitada y corazón latiéndole de forma desenfrenada. Su cuerpo entero estaba cubierto por una delgada capa de sudor, y sus brazos y piernas no dejaban de temblarle violentamente. Cuando se incorporó para llevarse ambas manos al rostro, notó que además tenía las mejillas humedecidas.
No era la primera vez que se despertaba llorando luego de tener una pesadilla. En realidad, estaba acostumbrada a tener esa clase de sueños horribles todo el tiempo. Se veía a sí misma de ocho años, llamando desesperadamente a su madre que, la mayoría de las veces, se encontraba tendida en el suelo sobre un charco de sangre, mirándola con una expresión vacía y sin vida.
—Fue solo un mal sueño... —se dijo a sí misma en voz baja, haciendo un enorme esfuerzo por calmar su acelerada respiración—. Lo que viste no fue real, fue una pesadilla. Mamá está bien, ella está bien...
Tras repetir lo mismo una y otra vez durante diez largos minutos, sus brazos y piernas finalmente dejaron de temblar, su respiración regresó a la normalidad y su corazón adquirió un ritmo más tranquilo. El reloj digital que se encontraba sobre la mesita de noche junto a su cama marcaba las cinco y media de la mañana.
Suspiró, se deshizo de las sábanas que la cubrían y salió de la cama para comenzar su día.
A sus veinticinco años de edad, Susan era la única joven de su generación que seguía viviendo en casa de sus padres. Aquello era algo que le causaba cierto conflicto, pues la mayoría de sus amigas y amigos de la universidad habían conseguido trabajos increíbles justo después de graduarse y terminaron mudándose a otras ciudades. Solo ella continuaba estancada en el mismo sitio, esforzándose día a día para dejar de formar parte de la lista de personas desempleadas de Seattle. Afortunadamente, ese día tenía una entrevista de trabajo.
—Buenos días, cariño. Te levantaste muy temprano el día de hoy —la saludó su madre al verla entrar a la cocina—. ¿Está todo bien? —preguntó enseguida, notando con rapidez el pálido rostro de su hija.
Susan se acercó a ella sin decir una sola palabra y la abrazó, escondiendo la cara en el cuello de su madre. Desde pequeña, los recuerdos de sus pesadillas solían desaparecer cuando hacía eso.
—¿Tuviste otra pesadilla? —preguntó su madre con voz suave, acariciando cariñosamente su espalda. Susan asintió con la cabeza y la abrazó con más fuerza—. ¿Quieres hablar de ello?
Hablarle de su pesadilla significaba tener que revivir de nuevo esas horribles imágenes de su madre muerta en el suelo. Como no quería pensar más en ello, prefirió dejarlo pasar.
—No, estoy mejor ahora, gracias —respondió con una sonrisa para tranquilizarla—. ¿Necesitas ayuda con el desayuno? ¿Quieres que ponga a tostar el pan?
—Ya me encargo yo de eso —exclamó inesperadamente la voz de su padre.
Susan sonrió. Se acercó a él, se paró de puntitas y le dio un beso en la mejilla.
—Buenos días, papi —lo saludó con voz dulce, como solía hacer desde que era muy pequeña.
Su padre sonrió mientras colocaba dos rebanadas de pan dentro de la tostadora.
—Buenos días, princesa. ¿Dormiste bien anoche?
—Sí... —respondió un poco preocupada, viéndolo presionar botones al azar—. ¿Estás seguro de querer encargarte de tostar el pan? La última vez que lo hiciste la tostadora dejó de funcionar.
—Tú madre no dejará que eso suceda de nuevo —respondió él muy calmado—. ¿No es así, nena?
Su madre chasqueó la lengua y luego negó repetidamente con la cabeza.
ESTÁS LEYENDO
Beautiful Serendipity ©
Teen FictionUna "serendipia" es un descubrimiento o un hallazgo afortunado, valioso e inesperado que se produce de manera accidental, casual, o cuando se está buscando una cosa completamente distinta.