—¿Puedes decirme otra vez por qué diablos debo acompañarte a hacer las compras para la cena de navidad, cuando claramente fuiste tú quien lo olvidó? —exclamó Hendry Cross con un evidente tono de fastidio, mirando hacia el exterior con la cabeza apoyada en la ventana del coche.
Sentado detrás del volante en el asiento del conductor, su padre se encogió de hombros.
—¿Y por qué no? No estabas haciendo nada en la casa.
Hendry frunció el entrecejo, pues aquello no era del todo cierto. Cuando su padre irrumpió en su habitación para pedirle que lo acompañara al supermercado, él había estado rodeado por un montón de libros. ¡Además, en primer lugar, ni siquiera se lo había pedido de una manera amable!
Simplemente se acercó a él y le dijo «Eh, tú, ven conmigo ahora».
—Para tu información, estaba haciendo la tarea.
—Corrección, estabas copiando la tarea de Anakin.
—¿Qué más da? Eso lo mismo.
Su padre negó con la cabeza con total desaprobación mientras soltaba un silencioso suspiro.
—De esa manera no vas a aprender nada en la escuela.
La boca de Hendry se arqueó en una sonrisa irónica y de su garganta escapó un leve bufido.
—¿Vas a decirme que nunca hiciste lo mismo en tus años de juventud, hace millones de años?
Si había algo que Hendry disfrutaba muchísimo, era recordarle a su padre lo viejo que era, aunque en realidad, tampoco es que lo fuera. A pesar de tener cuarenta años de edad, este seguía viéndose muy joven. De no ser porque sus brazos estaban cubiertos de tatuajes y su cuerpo tenía una complexión física muy parecida a la de un gladiador, cualquiera pensaría que, en lugar de ser padre e hijo, esos dos eran hermanos gemelos. Después de todo, su parecido era realmente impresionante.
—Yo a tu edad no copiaba tareas.
—Oh, vamos. ¿A quién quieres engañar? —se burló Hendry—. El otro día escuché al tío Trevor decir que te expulsaron de la mayoría de las escuelas de Seattle porque tus notas eran muy malas.
—No, no me expulsaban por tener malas notas —exclamó su padre, un tanto ofendido debido a que esa no era la razón por la que lo echaron de varias escuelas—. Me expulsaban por crear destrozos.
Aquello fue suficiente para que Hendry diera un respingo y se girara a mirarlo con interés.
—¿Destrozos? ¿Qué clase de destrozos? —le preguntó.
—Bueno, destrozar autos con un bate de béisbol era uno de mis pasatiempos favoritos.
—¡Qué va! ¿Estás hablando en serio? —soltó ahora muy impresionado.
Su padre sonrió. Desde que Hendry había cumplido diecisiete años, le era muy difícil hacer o decir algo que lograra impresionarlo. No solo ya no lo seguía a todas partes, sino que también lo trataba como un vejete. Por eso, al ver que había conseguido llamar un poco su atención, sintió ganas de hablarle de su época como badboy. Sin embargo, si en algún momento su esposa descubría que le había hablado a su hijo sobre sus pasatiempos favoritos, probablemente lo haría dormir en el sofá.
—No le digas nada de esto a tu madre —se apresuró a decir, solo por si acaso—. Pero sí.
—Vaya... pensé que todos esos rumores que hay sobre ti en la escuela no eran más que mentiras.
—¿Sigue habiendo rumores sobre mí en tu escuela? —preguntó su padre, sorprendido.
—Seee, eres como una celebridad. Es cool, ¿sabes? Ser el hijo del tipo que hacía temblar a todos de miedo en su momento, aunque también es un poco molesto. La mayoría de mis compañeros me teme porque creen que mi padre hizo desaparecer a un chico solo por tocar tu motocicleta.
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Beautiful Serendipity ©
Teen FictionUna "serendipia" es un descubrimiento o un hallazgo afortunado, valioso e inesperado que se produce de manera accidental, casual, o cuando se está buscando una cosa completamente distinta.