┃Paz

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┃  .     .     .     .  ┃〔 12 / 05 / 1839 〕

Primera mitad del siglo XIX, después de diversos procesos independentistas, guerrillas, separaciones y guerras civiles en todo rincón de norte y centroamérica, al fin las cosas se estaban esclareciendo. Claro ejemplo el de dos naciones que, después de algunos conflictos anexivos hace un par de años atrás, habían decidido reunirse para establecer el comienzo de sus relaciones diplomáticas, esta vez como Estados independientes, cada uno por su cuenta, bajo las disculpas y la promesa de sin rencores, esperanzando a sus pobladores con aquellas promesas hechas de colaboración y apoyo mutuo en todo aspecto que beneficiara a ambos. Era el inicio de muchos acuerdos posteriores y una promesa de paz que esperaban no se tuviera que romper nunca.

Será un placer trabajar con usted a partir de ahora, Sr. EUM —dijo seriamente y extendió su mano a la nación mexicana—. Espero que nos aguarde un gran futuro juntos.

Espero poder decir lo mismo, San Salvador —le dejó saber, estrechando sus palmas como parte de su respuesta—. Deseo que nunca más volvamos a tener esos conflictos.

... Pff —el más joven soltó una pequeña risa mientras negaba con la cabeza, para después levantarla y corregirlo—. Ahora es El Salvador, aunque por un error también me llaman «Estado del Salvador», no me molesta en realidad.

Era normal que se confundiera, todos sabían que el Imperio Mexicano había pasado recientemente a una República, sabían su nombre, y aunque también se sabía de la reciente disolución de la República Federal de Centroamérica, no todos conocían a detalle lo qué había sucedido con sus estados. Por supuesto, el mexicano era parte de este último grupo de gente, después de todo, si al caso pudo llegar a ver a Guatemala por aquellos tiempos y principalmente por conflictos territoriales y políticos, pero del resto no supo nunca nada más hasta ese preciso momento, iniciando con la joven República de El Salvador vestida de manera formal para la ocasión.

Lo lamento mucho, El Salvador. Discúlpeme usted —inmediatamente como muestra de sincera pena y disculpa, se inclinó y besó el dorso de la mano azulada, acompañado después de una sonrisa ladina encantadora.

En ese instante el menor sintió algo extraño en sus adentros, algo entre el nerviosismo y el repentino encanto de ser tratado de esa manera, juraría incluso haber percibido un aroma tan agradable como la mezcla del café y la canela, justo el olor perfecto para el ambiente de esa tarde. Sin más de que hablar y habiendo finalizado todo, el más fornido se despidió primero del más bajo, terminando así su primera reunión oficial y permitiendole a cada uno irse por su lado a cuidar de sus respectivas tierras. Parecía que esta relación iría para un buen camino y no solo en el aspecto político.

𝕽𝖊𝖈𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖆𝖓𝖉𝖔▕  México × El Salvador ೃೀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora