𝕽𝖊𝖈𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖆𝖓𝖉𝖔▕ México × El Salvador ೃೀ

┃Primera firma

┃┃┃ . . . . ┃〔 29 / 07 / 1895 〕┃

Ya era noche cuando México apenas terminaba de encender un par de velas, las colocó en la pequeña mesa y apreció su trabajo, ahora lucía mucho más hogareño. Después de los problemas que habían tenido él y El Salvador con el gobierno guatemalteco, aunado a que era un buen momento para fortalecer sus relaciones, invitó al salvadoreño a cenar esa misma noche en la misma Guatemala, para evitar que influyeran o interrumpieran sus propios políticos en la sesión. En dicha cena le presentaría un acuerdo, aparentemente sin relación alguna, pero que estrecharía sus lazos y abriría paso a más firmas entre ellos, era una noche importante y México se aseguraría de volverla un éxito con sus encantos.

La noche apresuró su paso y antes de siquiera poder sentarse a repasar, su invitado ya se encontraba fuera de la embajada llamando. Corrió a los trabajadores del lugar y les recordó que tenían prohibido interrumpir, inmediatamente después se dirigió a abrir las puertas, viendo a El Salvador esperando pacientemente justo en frente.

-Bienvenido -le dirigió la mirada junto a su habla segura e hizo una leve reverencia-, pase usted.

El salvadoreño notó un gesto en la mano del mayor, encantado por su amabilidad le extendió su saco para que el norteamericano lo guardara y se adentró en el lugar.

-Gracias.

Caminó junto a él mirando en todas direcciones posibles esperando encontrar alguien que los observara, pero no logró ver a nadie. No se sentía tenso, estaba calmado, muy calmado, no parecía que esa fuera a convertirse en una reunión más como las que se realizaban normalmente.

Al entrar el azulado se encontró con el bonito escenario de una mesa cuadrada bajo un mantel blanco, junto con dos sillas, velas, servilletas y cubiertos. Posó su vista en una pequeña botella de vino tinto apoyada en un recipiente con hielos, eso lo hizo alarmarse por un momento, debía tener cuidado con eso, no era nada bueno firmar lo que sea con una borrachera encima.

De pronto, solo se quedó analizando su situación con extrañeza, era una junta en forma de cena entre dos personas, algo bastante común a decir verdad, pero aún así había algo en el escenario que le hacía pensar en otras cosas, algo como... ¡bingo! una cita. Al percatarse de lo que había pensado sacudió su cabeza avergonzado, las cosas del trabajo eran del trabajo y nada más, no había que comerse la cabeza.

Aún atolondrado entre sus pensamientos pudo percibir un agradable olor a sus espaldas, era el aguilado con platillos desconocidos para él, pero que sin duda olían y lucían deliciosos. Lo que el mayor llevaba eran dos platos de enchiladas suizas como platillo principal, frijoles refritos junto con arroz blanco de acompañamiento y pico de gallo como guarnición.

-¿Todo esto no es algo, uhm, desproporcionado? -preguntó el invitado totalmente extrañado.

-Mm no lo creo, es la primera vez que intentamos firmar algo entre los dos -negó sonriente mientras se acercaba a la mesa, con su clásica mirada tranquila y pasos seguros-. No quiero que se arrepienta.

Al sentarse y observar cómo le servían sintió que sería una buena noche, solo esperaba que todo ese ambiente agradable no fuera hecho para convencerlo de algo descabellado, tenía que ser firme.

[ • • • ]

-Es el inicio para asegurar que nos apoyamos -México dijo, tendiéndole el último papel- ya nos llevamos bien políticamente, ahora hay que enlazar a la población.

La Convención que le ocupaba contenía tres breves estipulaciones sustantivas:
1a.: Los gobiernos de México y El Salvador se enviarán recíprocamentedos ejemplares de las obras científicas, literarias o artísticas, de administración o de política publicadas en sus respectivos países, siempre que dichasobras sean costeadas por el gobierno federal de México o por el de El Salvador, así como de aquellas obras de que alguno de los dos gobiernos compre cierto número de ejemplares.
2a.: La estipulación anterior comprenderá las publicaciones de mapas, generales o particulares, planos topográficos y demás obras de este género.
3a.: Existirá la misma obligación aun cuando las obras de que hablan lasestipulaciones primera y segunda fuesen impresas en el exterior.

El salvadoreño estaba terminando de leer las declaraciones de la última página, el problema y los beneficios los entendía bien, terminó de escuchar y tomó una decisión con facilidad. Pasó un último bocado de la comida por su garganta, un pequeño sorbo a la copa de vino media llena todavía y respondió.

-Considero que está bien, a partir de ahora, será un placer esforzarme en acercarnos más.

Bajó la mirada para firmar sin algún ápice de duda y de inmediato alzar la vista, topándose con el rostro del mexicano muy próximo a él, con una amplia sonrisa plasmada.

-¿P-por qué sonríe así? -trató de preguntar, aunque con una voz levemente temblorosa por los nervios que le causó la cercanía del mayor.

-Nada en particular, estoy feliz -dijo asomando su mano por sobre la cabeza del menor-. Te agradezco la colaboración, estaba muy cansado de estar de aquí para allá con el resto de centroamérica, ¿entiendes?

El Salvador entendía perfectamente su sentimiento de alivio, la verdad fueron tiempos muy tensos con varias guerras inminentes, pero aún así ese comportamiento le causó un poco extrañeza; últimamente el mayor se dirigía a él con mayor familiaridad y más que tratarlo con un respeto, era amable con él, tenía entendido que tuteaba a quienes pasaban esa línea de formalidad y el simple hecho de pensar que esa pudiese ser la razón lo hacía sentir feliz. México agitó suavemente su mano logrando revolver el antes peinadito cabello del salvadoreño y teniendo un buen recibimiento al gesto, lo invitó a levantarse de su asiento y se despidieron correctamente, beso al aire y saludo.

La reunión concluyó con éxito, abriendo paso a la Convención sobre el Cambio Regular y Permanente de Obras Científicas, Literarias o Artísticas entre México y El Salvador.