cuatro.

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Temo

Estuve muy impresionando sobre cómo Su Alteza había manejado la situación con el Primer Ministro australiano. Tuve varias llamadas de nuevos patrocinadores, ofreciendo asistencia y financiación de cualquier manera que pudieran. Estaba trabajando en los arreglos finales para la cena de esa noche cuando mi teléfono sonó.


Hola, soy Hugo Everly, sólo me comunico para comprobar que todo esté ordenado como debe ser para esta noche, ¿y usted estará en la misma mesa que Su Alteza?


Respondí que efectivamente estaría en su mesa, y que, sí, todo está ordenado y a todos se les había informado sobre el protocolo. No podía esperar. Estaba deseando ver más del príncipe y quizás poder hablar con él un poco más. Se estaba haciendo tarde por la tarde y yo estaba dejando que todos se fueran temprano para prepararse para esta noche, y si quería estar bien arreglado, yo también tenía que ir a casa.

Unas horas más tarde, estaba sentado en el opulento espacio de eventos de Salón del Dínamen en el corazón de Dover. El espacio era increíble, desde el techo abovedado adornado, a las lámparas de araña colgando del mismo. Me dirigí a la mesa ocho, donde me sentaría con el Príncipe, y esperé. Tuve a Nohelya conmigo en la mesa como apoyo moral al hablar de la fundación. Después de anunciar que el príncipe estaría presente, habíamos vendido todos los boletos, y no podía esperar para decirle lo bien que había ido, y para darle las gracias.

Me paré mientras se acercaba, como el protocolo dictaba. Tuvo que sentarse primero. Toda la mesa sonrió y asintió, y tomó su asiento junto al mío.

—Buenas noches, Temo. —Sonrió calurosamente.

—Buenas noches, Su Alteza. ¿Cómo fue su viaje a Australia? —Le devolví la sonrisa.

Se rió—. Oh, creo que podrías haber visto exactamente lo que pasó mientras yo estaba allí. Hizo que todos los medios de comunicación de todo el mundo estuvieran presentes, creo.

—Sí, vi que el Primer Ministro Wilson estaba metiendo su pie y realmente bien hecho de nuevo.

Se inclinó un poco más cerca—. Esa es una manera de decirlo, Temo. El hombre es un imbécil, aquí entre nos.

Me reí de su candor—. Estaría de acuerdo con eso, Su Alteza. Él es, por desgracia, muy conocido por ello.

Asintió y tomó un sorbo de su copa de vino—. De acuerdo.

—Pero lo manejaste muy bien. —Añadí, pensando en cómo había dejado al PM con el huevo en la cara—. Creo que la prensa parecía disfrutar de su manejo de la misma.

—Es un buen cambio para ellos informar con buenos ojos, en lugar del forraje habitual que parece que les doy de comer.

——He oído que se habla de su renuncia.

Asintió—. Creo que fue demasiado lejos con sus comentarios. Pasó del hazmerreír a la responsabilidad y no creo que el pueblo australiano quiera seguir tolerándolo.

Tomé un trago de mi copa y escuché. Estuve de acuerdo con sus estimaciones de Les Wilson. No pensé que habría mucho más de su comportamiento siendo tolerado. Se esperaba su dimisión para el día siguiente más o menos. El país y su partido político acabaron con él.

Pronto, el primer plato llegó, y la charla en la mesa era un poco más general. Pasamos del viaje del príncipe Aristóteles al viaje más interesante en el que todos en la mesa habían tenido. Él dirigió la conversación, atrayendo la atención de todos. Tuve que tratar de evitar mirarlo con ojos de vaca.

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