diez.

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Aris

Después de lo bien que había ido la visita de Temo, decidí que realmente era hora de dar el siguiente paso. Quería más. Necesitaba más. Yo fui el príncipe rebelde, rompiendo todas las reglas del palacio durante demasiado tiempo. Esta mañana estaba sentado con mi madre para desayunar y discutirlo con ella.

—Mamá, siempre has dicho que hay una residencia para mí en el Palacio de Jerezos si la quiero. ¿Sigue siéndolo? —Pregunté tentativamente.

Ella asintió. —Siempre está a la espera por ti, Aristóteles. —Ella sonrió—. Solo no te mudes con alguien todavía.

Sonreí y besé su mejilla. —Gracias, mamá. No iba a hacerlo, lo prometo. Aún no, —agregué con un guiño.

—Pídele a Hugo que se encargue de la villa por ti. Puedes estar allí dentro de una semana.

Asentí, tomé unas tostadas del plato frente a mí, y me dirigí a buscar a Hugo.


Me mudaré del Palacio esta semana. ¿Te apetece cenar conmigo para celebrarlo en mi nueva casa?


Envié un mensaje a Temo. Le dije que quería pasar la noche con él y lo decía en serio. Pero ahora tendría mucho más sentido si él fuera el que se quedara conmigo.

Hugo estaba sentado tomando su propio desayuno, leyendo un periódico.

—Tengo un trabajo para ti.

Me miró. —¿Ahora mismo?

Sonreí. —Bueno, quizás puedas desayunar primero. Tal vez.

Puso los ojos en blanco. —Aquí vamos de nuevo. Vamos, escúpelo.

—Nos mudaremos.

Me miró como si hubiera crecido una cabeza extra. —¿El nos es real? ¿Y a dónde nos mudaremos?, —preguntó.

Suspiré. —No, es para nosotros. Tú y yo. Estamos tomando residencia en el Palacio de Jerezos. En Villa Real, y el apartamento del personal.

Hugo parecía impresionado. —¿Villa Real? Es bonito. El apartamento del personal de allí es bastante elegante. Incluso podría invitar a una chica.

Me reí. —Amigo, si todo sale bien, puedes tener todo lo quieras.

Agitó la cabeza. —Eres tan vulgar. ¿Dónde está la clase?

Lo fulminé con la mirada.

—Asumo que la parte del trabajo es que tengo que arreglarlo y hacer todo el cambio de tu mierda, ¿cierto?

Lo miré sin poder comprender. —¿Por qué tener un perro y ladrar tú mismo?

—Sólo por eso, tendrás que arreglar tu propia mierda, —dijo, y regresó a su desayuno.

Mi teléfono vibró en mi bolsillo.


¿A dónde? Y sí, me debes una cena preparada por ti. ;)


Temo respondió.




Una semana después, abrí la puerta de mi nuevo hogar para encontrarme a Temo de pie en mi puerta.

malang | aristemo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora