capítulo 66

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Empezó a faltarle el aire considerablemente, le dolían los dedos de tanto hacer agujeros en la superficie, intentaba moverse y echar la tierra que había sobre su cabeza hacia los lados. Llegó a pegarle puñetazos a el montón que la cubría haciéndose mucho daño en una de sus muñecas. Todo estaba tan oscuro que se estremecía de miedo. Ni siquiera estaba dentro de una caja o un ataúd como se le había pasado por la cabeza nada más abrir los ojos.

Tenía un sentimiento extraño, produjo por las millas de imágenes pasando por su cabeza, por las millones de cosas que su cerebro imaginaba que podría estar pasando en ese mismo momento en el exterior.

En situaciones de estas es cuando uno odia tener imaginación, con lo fácil que sería no pensar absolutamente en nada.

Y tenía que pasar todo esto mientras se moría asfixiada.

Sintió un ápice de esperanza cuando uno de sus dedos fue acariciado por la brisa del exterior. Procedió a arañar la superficie mucho más rápido, creando un pequeño tragaluz que fue creciendo poco a poco y dejando que el oxígeno entrará a sus pulmones con claridad. Tardó unos minutos más en conseguir que el agujero fuera suficientemente grande como para sacar ambos brazos hacia arriba y hacer un gran esfuerzo por impulsar su cuerpo hacia arriba y salir de ese pozo de tierra.

Una vez, consiguió se tiró en el suelo a respirar con la tranquilidad de saber que ya no corría peligro.

Cuando quiso prestar atención a los sonidos de su alrededor, distinguió un lejano murmullo, un conjunto de voces que hablaban ajetreadamente y con prisas.

La chica rodó un poco sobre la tierra, incapaz de levantarse por el dolor que sintió por todo el cuerpo, y miró en dirección a las voces, pero los árboles y las hojas tapaban a los dueños de dichas.

- ayuda ... - dijo casi afónica - ayuda ... - repitió intentando sonar mucho más alto, pero solo se diferenció por un poco del anterior.

Se levantó entre quejidos, pero las piernas le temblaban tanto que al intentar dar un paso cayó de bruces contra el suelo.

- ¡Ah ...! - se quejó de dolor al intentar detener la caída con la mano que tenía la muñeca herida.

Rodó hasta estar boca arriba y se agarró su muñeca mala con las mano buena intentando que el palpitante dolor cesara.

Escuchó un movimiento entre los arbustos, de reojo, vio como una mujer aparecía de entre las plantas. Con el pelo rubio y ondulado, una cazadora azul de cuero y unas botas viejas que pararon frente a los ojos de la chica.

- ¡Blanca! - gritó la mujer en la dirección por la que había venido. En cuanto la nombrada apareció, la rubia salió corriendo de nuevo, al parecer persiguiendo a alguien.

Una mujer un poco más mayor que la anterior, con el pelo negro y muy corto y una piel extremadamente blanca, apareció delante suya.

- ¿Te encuentras bien niña? - preguntó con voz dulce. Pero ansiosa por poder estar haciendo otras cosas en ese momento. - ¿De dónde has salido?

La chica señalo con la mirada el agujero del suelo. Casi no tenía fuerzas para hablar.

Un hombre apareció de la nada, con el pelo negro y corto, una cazadora de cuero negra y varios pendientes en las orejas. El hombre miró a la mujer y a la niña del suelo, no sabía quien era esa niña pero estaba tan alterado y preocupado en ese momento que no podía pronunciar palabra alguna.

- Emma la persigue, puede que la alcances si os dais prisa - dijo Blanca sin esperar que el hombre fuera el primero en hablar después de todo lo que había pasado en tan poco tiempo. El hombre siguió corriendo por donde se había ido la rubia. - ¿Puedes levantarte? - preguntó volviendo su atención a la chica, ella dudó. Con ayuda de Blanca volvió a ponerse en pie e intentó dar un paso, pero cayó de rodillas al suelo. Blanca la sostuvo por los hombros. - esta bien, te ayudaré - Blanca agarró su brazo y lo pasó por encima de sus hombros.

Ambas mujeres caminaron lentamente hacia el resto de personas. La chica abrió los ojos como platos, horrorizada por la escena. Se tiró al suelo y se acercó a toda prisa al chico que estaba tumbado. Intentó alcanzarlo mientras los ojos se le llenaban de lágrimas. Una mano agarró su muñeca.

- ¿Quién demonios eres tú? - preguntó la mujer amenazante.

Tenia el pelo negro y vestía con traje, una cicatriz en el labio superior y los ojos rojos por haber llorado hace muy poco. Tenia sangre en las manos y el agarre que tenia sobre la muñeca mala de la chica estaba empezando a doler demasiado.

- por favor - murmuró intentando soltarse del agarre.

- Regina suéltala, ya - dijo Blanca. Regina lo hizo a regañadientes.

- no te acerques a mi hijo - volvió a amenazar.

La chica se sentó en el suelo y se encogió agarrando sus rodillas, tenia la vista fija en el chico del suelo, inerte, pálido, con sangre en su camiseta. Ella lloraba.

- ¿Cómo te llamas? - preguntó Blanca arrodillándose delante de la chica con cara dulce.

La chica estaba más que desorientada, no sabia porque todos fingían  no conocerla, porque Regina no la había dejado acercarse a Will. Como sus padres habían pasado de ella completamente aun viendo que estaba herida. Como si nadie la conociera. 

- soy Taliana, soy Taliana, soy Taliana,... - dijo más para si misma que para los demás. Quizá se había vuelto loca y era ella la que no sabia quien era en realidad.

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Vale, escuchar.

Siento haceros esto, pero al parecer voy a tener que hacer unos capítulos más para que tengáis vuestro final.

Como ya habéis comprobado esto no es un final alternativo.

Porque acabo de averiguar que no se hacer finales alternativos, literal, soy incapaz de terminar una historia dos veces. Por o tanto, al intentarlo me ha salido esto, y como me gusta por donde esta yendo, pues voy a seguir.

Espero que os guste.

Prohibido (Peter Pan) *FINALIZADA*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora