Gasté las balas que tenía la noche pasada, también descubrí que dentro de la jaula podías desear que apareciera algo todo lo que quisieras, que no iba a aparecer.
Estaba hambrienta, solo me dieron una manzana ayer por la mañana, nadie venía a visitarme, eso me hacía pensar que se habían olvidado de mí. Tenía la garganta seca y los labios agrietados, durante unas horas por la tarde el sol se situaba justo encima de la jaula, lo que me obligaba a cubrirme con la chaqueta que llevaba para no quemarme. No había vuelto a ver a Wendy, no sabía si era porque no querían ponernos juntos o porque simplemente se la habían cargado, si fuese así, agradecería que me lo dijeran para que me mentalizarme de que mis preguntas habían hecho que matarán a una chica inocente.
Era la cuarta noche. Cuando oscurece hace mucho frío, pero por suerte no llueve, hoy especialmente hacía más frío que las anteriores noches.
- mierda - susurré con la voz ronca cuando los copos de nieve empezaron a caer.
Me tapé con la chaqueta del frío como pude, que no era mucho, el frío empezó a soplar bastante fuerte haciendo que se me volara la tela y me descubriera la espalda y los brazos. Me quejé del frío y empecé a tiritar.
- lo siento - escuché un susurro al lado de mi oído, me giré pero no había nadie - no puedo evitarlo - volví a escucharlo pero está vez el sonido venía justo de delante mía. - ¿Me escuchas? - asentí no muy segura, la voz sonaba en susurros e iba desapareciendo con el viento - mira el suelo - hice lo que la voz ordenó, me sorprendí al ver el dibujo que hacia la luz de la luna sobre la hierba, era una sombra, mejor dicho, la sombra, la del lago, estaba volando, con su extraño bastón en la mano, con la piernas levemente encogidas, justo enfrente de la puerta de la jaula.
- no me hagas daño, por favor - dije un susurro, no se por qué lo dije, me salió solo.
- tranquila, nadie te hará daño.
- ¿Quien eres? - dije un poco asustada.
- soy Jack Scarcha, necesito que creas en mi.
- Scarcha - susurré para mí misma mientras pensaba donde había oído ese nombre antes.
- ¿Sabes mi historia? Cree en ella, cree que es real, solo así podrás verme - la voz cada vez se escuchaba con más claridad.
- eres el amigo de Will - afirme algo más ilusionada, quizá sí podría salir de la jaula, con su ayuda.
- ¡Si!
- me-me habló sobre ti - no sé cómo, pero el chico fue apareciendo poco a poco, como si fuera una mala imagen que se iba enfocando, hasta que lo conseguí.
Tenía el pelo blanco y desordenado, la piel muy blanca, con unos super ojos azules, vestía con una sudadera azul y congelada y con unos pantalones rotos y marrones, en su mano tenía el largo bastón que me enseñaba la sombra.
- te veo - dije con los ojos muy abiertos, me acerqué a la puerta de la jaula y me asomé un poco de lo barrotes. - ¿Puedes sacarme de aquí?
- lo intentaré, pero primero a lo que he venido... He hablado con tu familia, y con Will, no debes perder la esperanza, ¿Vale?, Vendrán a por ti - yo asentí frenéticamente. - bien. - estiró las manos hacia la cerradura de la jaula y empezó a congelarla poco a poco, se notaba que le estaba costando.
Cuándo creyó haberlo congelado bajó las manos pero al instante el hielo se deshizo y goteo como agua hasta el suelo.
- Pan es muy poderoso, probaré otra cosa, será mejor que te alejes todo lo que puedas. - me advirtió, yo asentí y me eché hacia atrás, aunque tampoco podía alejarme mucho. Él se fue volando hacia atrás, apuntó con su bastón a la jaula y sin previo aviso un chorro de magia de color blanca chocó contra la cerradura, supe que lo había conseguido cuando los pedazos de la madera me dieron en las manos que cubrían mi cara.
Le mire con alegría, Jack se acercó y me ofreció la mano para salir, tuve que agarrarme fuerte a él mientras descendimos hasta el suelo y la jaula se quedaba suspendida en el aire.
- supongo... Que tú no me puedes sacar de aquí - dije algo triste, el negó mientras se apoyaba en su bastón con los dos brazos.
- Pan no puede proviene entrar o salir porque soy un guardián, pero si me limita, no puedo sacar nada ni nadie.
- ¿Podrías decirle una cosa a Will de mi parte? - él asintió - dile que le esperaré y que no se preocupe por mi, intentaré estar lo mejor que se pueda estar aquí.
- creo que ya sabe que le vas a esperar, es imposible que ese chico no se preocupe y la forma de estar bien en esta isla es pasar desapercibido, no te metas en problemas ni con Pan ni con Félix. ¿Algo para tus padres? - bajé la mirada y apreté los labios.
- que por su culpa estoy aquí - dije de mala manera, el frunció el ceño.
- no les culpes por querer protegerte - dijo mucho más serio que antes - lo hicieron mal, no lo pueden cambiar, pero era lo que ellos creían correcto. - ahora me sentía un poco mal por estar enfadada con mis padres.
- Hola, Jack - me giré sobresaltada, era Pan, estaba de pie con los brazos cruzados y con por lo menos 6 niños perdidos detrás de él, incluido Félix - estoy cansado de que te cueles en mi isla - dijo enfadado y tensando la mandíbula.
- ¿Que puedo decir? Siempre he sido un chico travieso - dijo con burla mientras se colocaba el bastón sobre los hombros por detrás de la cabeza.
- lo que eres es un incordio, no sabes lo que deseo matarte - dijo con odio.
- bueno, querido duende, me temo que al contrario que tú, yo, sí que soy inmortal, acabé con lo único que podía matarme hace años - tuve que contener la risa cuando le llamó duende, y a juzgar por las caras de los niños perdidos, ellos también.
- no debiste sacar a Jones de su jaula - dijo para cambiar el tema ya que iba perdiendo. - no puedes sacar nada de la isla, dime, ¿Que le pasará a ella cuando te marches?
- por tú bien, nada. Ten cuidado niño verde, el fuego no es lo único que quema.
- ¿Me estás amenazando?
- tómatelo como quieras, nos vemos "Pan" - dijo con desprecio, me echó una última mirada y salió volando hasta desaparecer.
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Prohibido (Peter Pan) *FINALIZADA*
FanficLa hija de el capitán Killian Jones y la salvadora Emma Swan. La ignorancia mata. "si ves ojos verdes, corre. - ¿Y si no lo hago? - puede que sea lo último que veas." "- ¡AHHHHH...! - escuché el gritó de dolor de mi madre, alcé la mirada para ver la...