Recuerdo №2

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No podía dejarla allí, pero tampoco podía llevarla a un hospital

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No podía dejarla allí, pero tampoco podía llevarla a un hospital. Mi casa estaba justo en frente del árbol donde ella se había desmayado, así que no hubo problemas, aunque si mis padres estaban adentro... Bueno, no teniendo muchas opciones, la llevé adentro en mi hogar y la extendí en el sofá. Fue difícil porque llevaba conmigo las bolsas de las compras. Por suerte, mis padres estaban todavía durmiendo.

Antes de ir a buscar un botiquín, guardé las compras.


Abriendo su sudadera, vi una pequeña mancha roja en su camisa blanca. Levanté la camisa justo debajo de su pecho y se podía ver claramente el abdomen descubierto de ella.

Llevaba vendas estropeadas, sucias de sangre y tierra en el abdomen. Fui al baño en busca del botiquín y cuando regresé, comencé a quitarle esos vendajes ya desgastados.
Avergonzado, desinfecté las heridas, las sequé y las envolví bien con nuevas vendas.

– Bueno, debería ser suficiente... – dije a mi mismo terminado mi trabajo, poniendo su camiseta de antes a su lugar.

La cubrí con una manta, pero no pasó mucho tiempo cuando se despertó alterada.

– ¡Dónde estoy!

– E-Estás en mi casa, ¿sí? – me acerqué a ella con las manos levantadas, como si un policía me estuviera apuntando un arma hacia mí – Cálmate, porfavor...

Intenté calmarla, hablándole en tono suave y genuino. Aunque me miró con desconfianza, en parte se tranquilizó, sin dejar de mantenerse alerta. Se sentó, acomodándose en el sofá y habló de nuevo mirándome fijamente.

– ¿Cómo te llamas? – me preguntó seriamente

– Sano... – respondí – S-Sano Shinichiro... – y por alguna razón balbuceé – ¡P-Pero, llámame por mi nombre! No me molesta.

Mientras me cuestionaba por cualquier cosa, me permitió arreglar, por última vez, su vendaje un poco torcido de su pierna. Cosa que sucedió, visto que antes se había levantado del sofá.

– Eres libre de hacerlo... – murmuró indiferente, revolviendose a las heridas que yo le curé. Sentí un leve calor en mis mejillas.

“Jaja que lindo...”, pensó, un poco desconcertada por lo que acababa de pensar.

”, pensó, un poco desconcertada por lo que acababa de pensar

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melanconia /𝘀𝗮𝗻𝗼 𝘀𝗵𝗶𝗻𝗶𝗰𝗵𝗶𝗿𝗼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora