ᏟᎪᏢᏆ́ͲႮᏞϴ ᏟႮᎪͲᎡϴ

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ʟɛʋaռta tʊs aʟas ʏ ʍʊɛstʀaʟɛs
ċʊáռtօ ɨռʄɨɛʀռօ քʊɛɖɛ
ċaʊsaʀ ʊռ áռɢɛʟ.

Respiro e intento apaciguar mis ansias que me carcomen, quiero saber cómo está Belial, quiero saber cómo están esos dos demonios a los que les he tomado cariño en este tiempo que hemos convivido. Despejo mi cabeza y me acerco a Warren, quién presiona los números que abrirán la habitación.

—¿Estás seguro que son esos números?

—Por cuarta vez, estoy seguro.

Me doy la vuelta y comienzo a caminar, con las manos apretando mi cabeza, estoy algo asustada. Es de suma importancia salir con esas alas intactas, de lo contrario no lograremos conseguir de vuelta el trono.

El corazón me late como si quisiera salirse de mi pecho, suelto un gemido de desesperación, cuando un suave clic retumba en el lugar. Rápidamente volteo a Warren y lo encuentro sonriente. Abre la puerta y entra, corro hasta quedar a su altura.

Me acerco a las alas y me crecen unas ganas de tocarlas y abrazarlas, dan una apariencia tan suave y cautivadora. Observo fijamente el lugar donde están siendo sostenidas, es como una estatua con cuernos y en su espalda hay un tubo del que sale otros dos, cada tubo está sosteniendo un ala mediante pequeños ganchos. Luce muy fácil de sacar.

No tardamos ni dos segundos, cuando me apresuro y agarró el ala izquierda, Warren va por la otra.

—Las sacamos a la de tres.

Warren asiente.

—Uno.

Engarruño mis manos a el ala, las pequeñas plumas hacen cosquillas en mis palmas, lo que me saca una sonrisa.

—Dos.

Veo fijamente a Warren, en el fondo espero que no nos traicione, pero realmente no puedo esperar eso luego de lo que me ha hecho pasar.

—¡Tres!

Bajo con fuerza las alas e inmediatamente se desprenden de los ganchos.

—¡Si! —exclamo, desbordando adrenalina.

Cargo el ala con un brazo y agradezco al cielo de que las alas sean tan livianas. Warren se acerca y parece querer chocar los cinco, cuando una estruendosa alarma retumba en la habitación.

Mi pecho se comprime y volteo alrededor completamente confundida.

—¿Qué ocurre?

—Por el señor —Warren se toma de la cabeza con la mano libre—. ¿Cómo fuimos a pensar que sacar las alas era fácil? —niega con gesto de decepción.

—¿Ahora qué hacemos?

Me avergüenza decir que mi rostro delata lo asustada que estoy, las manos me tiemblan y mi cabeza está en blanco.

—Tenemos que correr.

Asiento y no tardamos ni dos segundos cuando corremos al elevador, las puertas se abren e inmediatamente presiono el botón con el número uno. Quise dejar caer mi espalda a la pared de atrás, cuando aparecen dos ángeles del otro lado de las puertas del elevador, las cuales están a punto de cerrar.

Mira quienes tenemos por aquí —dice un ángel con el mismo idioma con el que hablan los chicos.

—¿Cómo entraron? —grito sacando el cuchillo que me dio Belial.

ARMAGEDON: Ángeles vs DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora