La Nueva Inquilina...

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Recuerdos de Lauren ...

Desde pequeña tuve problemas para dormir; mi madre decía que me movía mucho y varias veces me caía de la cama; misma razón por la que en los extremos de mi colchón solía ella poner enormes y nada suaves almohadas a modo de barrera y evitar esos accidentes. Después, los ronquidos de mi padre hacían imposible mi descanso, sobre todo cuando mi cuarto estaba tan ridículamente cerca al de ellos. Comencé a dormir en la sala y con el control absoluto sobre la televisión y todos esos canales mis horas de sueño comenzaron a decrecer. Me hice fanática de varias series y qué decir de películas; fue así como ese aparato se convirtió en mi máxima diversión; por muchos años.

En la universidad no era ningún problema el no dormir alguna noche, ya era bastante normal, siempre esperé esas noches en las cuales según no podría conciliar el sueño por los montones de tareas que tendría; esas benditas noches nunca llegaron, no así, hasta que la conocí, a ella, a Camila . Desde muchos años atrás supe que los hombres no eran lo mío; tuve mis dudas, imagino como muchos en mi misma "situación" pero siempre lo supe, y jamás tuve grandes conflictos, sabía que estaba bien; que nadie se había equivocado; que las burlas vendrían y para ser honesta me hacía sentir especial el aceptarme a mi misma, sin angustia; quizá todo a mi alrededor confabuló para ser así, o quizá guardarme muchas cosas y dejar que lo que tuviera que pasar pasara fue lo que verdaderamente me hizo confesarme, con quien tenía que hacerlo, con nadie más. Quizá, quizá, yo y mis quizás.

La conocí siempre con prisas, con montones de documentos cargando, a veces con el cabello enmarañado. No estudiamos lo mismo, pero nuestros campus compartían varias áreas, entre ellas una biblioteca, la cafetería y un par de jardines. Descubrí que los martes pasaba 2 horas en la biblioteca haciendo quién sabe qué cosas, de las 16:00 a las 18:00. Todavía no sabía quién era y tampoco sabía que la mesa en la que siempre se sentaba estaba reservada especialmente para ella, así que armando todo mi valor, un par de semana llegué antes que ella y me senté en su lugar. Llevaba conmigo libros para no verme más idiota de lo que ya pensaba. Camila no se sentó como pensé que haría, eran las 16:30 cuando aquella vez busqué a la puerta para ver si no se acercaba y la descubrí en otra mesa, con sus montones de libros. A la medio hora de mirarla me retiré, fracasada.

Otras dos veces lo intenté, obteniendo el mismo resultado. Jamás me había comportado de esa manera; si yo juraba y per juraba ser tranquila, y esperaba a la misma divina providencia que hiciera lo suyo y que lo que fuera a pasar pasara por obra de la misma vida; pero nada pasó; es decir, nunca he sido impulsiva cuando se trate de personas.

Ni siquiera cuando ella terminó conmigo al año y duramos separadas 6 meses, ni siquiera en ese entonces traté de intentar salir con alguien, buscar lo que con ella busqué. Pero regresando a la universidad , en ese entonces no me era agradable llegar a casa y hacer tarea, por lo que hacía toda la que podía en mis ratos libres de la tarde, antes de mis otras clases, unas que no eran obligatorias; teoría del cine e inglés. Era un jueves, a las 20:00, ya a punto de terminar la última clase de los que hacían su maestría; yo esperaba en la cafetería, con un suave cigarrillo en los labios y con un libro de quien en ese entonces idolatraba con locura. El libro era de una maestra, a la que le prometí regresárselo el mismo día que se lo pedí prestado, ese libro no era fácil de conseguir y el internet no cooperaba mucho con ello. La maestra dijo salir a las 20:30 de dar clases, y yo la esperaría.

Leí con avidez, hasta que una voz me sacó del trance.

"Es sólo justo que invada tu mesa como tú tres veces has hecho con la mía"

El principio del final... No siempre es maloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora