Capítulo 36: Un mundo de secretos descubiertos.

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25 años atrás.


Hyorin siempre había sido una mujer que amaba cuidar de su familia, especialmente a su único hijo, amaba verlo jugar en el jardín con un par de pelotas pequeñas junto al hijo de la familia Kim.

Sin embargo, a pesar de su gran afecto por Yoongi, todavía quedaba dudosa sobre las pequeñas cicatrices en la beta que se encargaba de cuidar al infante. Yoongi había insistido en que había sido un accidente en la cocina, sin embargo, Hyorin al ver como una de las pelotas de juguete se hacia cenizas en la palma de su hijo, la hizo dudar por primera vez de las palabras del menor.

Sólo esperaba que su intuición estuviera fallando, que sus pensamientos fueran solamente los de una madre preocupada.

Porqué de no ser así, no sabia como lidiar con el hecho de que a Yoongi le gustaba carbonizar mariposas, que lanzaba pequeñas partículas de oxidación de fuego sin pensar en las consecuencias de un incendio repentino... y lo más importante, que parecía no sentir culpa alguna de sus acciones.


(...)


Actualidad.

Mansión Min: Sindicato Rojo Ginebra.


Jungkook corrió por el pasillo, deteniéndose cuando vio a Yoongi girar al final y caminar en su dirección.

Por alguna extraña razón, fuera de su protección, sentía que era necesario que Yoongi se hiciera cargo de la situación, más el hecho de que desde joven le habían impuesto que el único que podía ver la debilidad de Jimin era su segundo al mando hacia que una impotencia se acumulara en su pecho.

—¿Qué pasó?, ¿por qué luces así? —preguntó Yoongi frente a él—, deberías ir a comer algo y descansar un poco.

Y, a pesar de que Yoongi no buscaba ninguna pelea, e incluso su preocupación hacia el alfa menor parecía meramente genuina, Jungkook empuñó sus manos, tomó aire y gritó tan fuerte como sus pulmones se lo permitieron.

Business World [YoonMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora