Epilogo

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10 años después...

Cierta chica rubia caminaba con la cabeza baja, lamentándose de unas palabras dichas momentos atrás con su madre, sabía que le había herido y a pesar de haberse disculpado se sentía culpable todavía, haberle dejado en el psiquiátrico de nuevo fue un golpe para los cuatro, pero no podían hacer nada, la muerte de su padre había sido un trauma para todos, pero avanzaron a pesar de eso.

Dio un suspiro tras ver que sus pies le habían llevado al cementerio donde había sepultado a su padre, decidiendo pasar para visitar la tumba de este, aprovechar que había caminado inconscientemente a ese sitio tan triste, pasaba entre lapidas con los nombres de esas personas que partieron hasta llegar a esa tumba, llevándose la sorpresa de ver al más afeminado de ellos ahí, dejando unas flores como regalo.

Se detuvo al igual que el azabache, que volteó a verla tras sentirse observado, se le acercó para saludarle tranquilo, relajado, como era su actitud desde siempre.

--¿viniste a visitar a papá?--pregunta el menor agarrando su bolso.

--¿no deberías estar en la preparatoria?

--estoy suspendido dos días a partir de hoy, ¿feliz?

--no, ven, vamos a comer algo--le invita, el azabache asintió--. Trey, de por casualidad, ¿no has heredado alguna enfermedad de nuestros padres?

--la sexopatía de mamá, pero lo tengo controlado--confiesa un tanto apenado.

Ambos caminaban hacia la salida del cementerio mientras hablaban, irían a un sitio de comida rápida, para estar más a gustos con sus pedidos. En otro sitio, una adolescente pelo azabache desordenado caminaba en dirección al psiquiátrico, sabía que le devolverían por ser menor de edad pero debía intentarlo, tocó la cicatriz, que cubría con su cabello, sobre un ojo, no había quedado ciega de milagro.

Detuvo su caminar tras estar a dos cuadras del lugar, los nervios le entraron, quería hablar con su madre luego de siete años, perdonarle por haberle hecho eso, pero cada que intentaba esos nervios no le dejaban avanzar más, apretó su suéter crop top, titubeando su decisión, claro, hasta escuchar esa voz que podría conquistar a cualquier chica, miró en esa dirección buscándole con la mirada.

Tras encontrarle sonrió victoriosa, alzando su mano para intentar captar su atención, dando un bufido al ver que andaba con su grupo de amigos y no le prestaba ni la mínima atención, decidió acercarse, por más pena que tuviera por acercarse a un grupo de chicos mayores que ella por varios años.

--¡Edwin!--exclama tras estar a unos cuantos pasos del grupo.

--¿es tu novia?/ Edwin te va a caer el FBI por andar con una menor/ es muy linda/ idiota se nota que es menor, no seas así--decían los compañeros de su hermano.

--¡cierren la puta boca malditos pervertidos!--exclama con enojo el cenizo--. Es mi hermana, si vuelvo a escuchar una palabra así de vuestras bocas los voy a dejar lisiados--amenaza.

Los contrarios quedaron estupefactos y retrocedieron un par de pasos ante tal amenaza lanzada por ese chico que siempre parece muy tranquilo, este se giró hacia su hermana, haciéndole un gesto para que le siguiera, esta asintió y le siguió el paso.

--lamento que escucharas eso--se disculpa el mayor--. ¿Para qué me llamabas, Dayana?

--pues... quiero ver a mama--dijo eso ultimo bajamente, aunque fue escuchada por mayor.

--no voy a prohibírtelo pero, ¿estas segura de querer verle?--la menor asintió--. De acuerdo, pero no vayas a acercártele demasiado.

La azabache asintió, agarrando la mano de su hermano para intentar relajar sus nervios, mucho tiempo sin ver a su progenitor le causaba ansias, pero no podía hacer demasiado respecto a eso, no era su culpa ni la de su madre que haya sucedido lo que ocurrió, sino del trauma y la "demencia" que desarrollo su progenitor. Tras llegar al hospital, se mantuvo cerca de su hermano, mirando a las personas que visitaban a sus parientes.

Aidez-MoiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora