Capitulo 3

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Mark

Joder era perfecta. Sinceramente me sorprendió que hubiese reaccionado tan rápido a mi declaración. Me esperaba más un que mierda te pasa o que me pegase peeero, no. En lugar de eso me veía caminando con ella hacia la puerta , pero estaba lloviendo. Me quedé un momento mirándola y, cada segundo que pasaba me parecía más bonita.
Tenía el pelo por encima de los hombros , los ojos de un azul eléctrico—casi grises—la cara perfecta, los los labios perfectos...

No te quedes en los labios, joder.

Cierto. Era tiernamente bajita, y la sudadera que llevaba no me dejaba ver mucho más, pero apostaba que estaba buenísima. Necesitaba verla con una de las mías. Si, definitivamente le tenía que probar todas mis sudaderas—y quitárselas—pero tristemente estaban en mi casa.

Espera.

Esperaaaa.

¿Y si... ? ¿Y si la invito a... ?

Esas sudaderas van a estar en su cuerpito más pronto que tarde, je.

Vale. Todo o nada. Que salga bien.

—Oye, ¿Que te parece si vamos a mi casa? No está lejos de aquí.

—¿Eh?—contestó confusa.

—Que si quieres venir a mi casa , hace frío aquí.

—Oh, esto... Ehm... si, claro, supongo. Está bien.

Esto hay que celebrarlo

—Espera un momento aquí... —Mierda no me sé su nombre. Ella pareció captar que estaba en pleno cortocircuito.

—Isabella. Me llamo Isabella—sonrió.

¿Podemos grabar su sonrisa?

—Muy bien, pues espera aquí, Isabella—me iba a girar , pero recordé que no me había presentado— Ah, me llamo Mark.

Casi me caigo de lo nervioso que estaba. Joder ¿Que me pasaba? Solo era una chica.

Bueno... eso de "solo" habría que discutirlo.

—Lucía, ¿Podrías cubrirme el turno?—intenté poner mi mejor sonrisa.

—Claro Mark, por ti lo que sea.

Que mal me caía esta chica. Era muy pensada, de verdad. Creo que no entendía eso de no quiero salir contigo.

—Muchas gracias.

Y  salí de allí para ir con desde hace unos minutos mi prioridad número uno, la cual trataba de una señorita dueña de un culito perfecto.

Y tan perfecto.

Pero en el proceso me tuvo que llamar la persona a la que más odiaba en el mundo. Mi padre.

—Que quieres—no me moleste en saludar.

—Oh, Leoncito, saluda bien a tu padre—ya estaba borracho. Y no solo por su voz—que también—si no porque en el único momento en el que me llamaba por ese apodo tan desagradablemente asqueroso cuando estaba borracho o colocado.

—Que cojones quieres—nunca e tenido mucha paciencia.

Y a pesar de que me esperaba cualquier cosa o estupidez , no dijo nada, solo colgó. Bueno, un problema menos. Sinceramente solo quería volver con Isabella.

—Perdona por tardar—le dije cuando llegué.

—Oh no pasa nada—contestó ella.

—Bien, pues vámonos—Tal vez iba muy confiado, pero le pasé un brazo por encima de los hombros y la atraje hacia mi.—Tardaremos poco.

Dime que me quieresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora