Capitulo 5

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ISABELLA

Mark me caía muy bien. Sinceramente, demasiado bien. Sin darme cuenta le estaba abrazando por la cintura, pero tuvo que sonar el teléfono. Ah, por no hablar de su maravillosa sudadera.

Yo digo que se la robes

Mhm... creo que es mejor preguntar. Nos estamos mirando demasiado fijamente así que decidí intervenir.

—Mark, el teléfono.

—Eh—estaba en otra galaxia

—Tu teléfono. Esta sonando—Dije mientras me intentaba separar. Pero el me lo impedía.

Bueno, sus abrazos no estaban mal.

Vale, nada mal.

Valeee, eran geniales.

Pero yo no podía sentir nada por nadie, ¿verdad? No podía.

—Creo que puede esperar—contestó mientras lo apagaba.

—¿Estas seguro? ¿Y si es algo importante?—me empecé a preocupar.

—Tengo cosas más importantes ahora mismo—me soltó con delicadeza y se giró para terminar su tarea de chef.

Yo me puse a su lado y me tomé me tiempo para observarle mejor. Era guapo. Tenia el pelo castaño y despeinado, los ojos azules, preciosos, la cara bien definida, por no hablar de su cuerpo. Definitivamente, era guapo. Peeero solo era mi amigo.

Espera.

¿Éramos amigos?

No creo que le abra las puertas de su casa a todo el mundo, Mancini.

Tu cállate.

Se giró hacia mi y me pilló observándole. El sonrió de lado. Dios, quería enmarcar su sonrisa. Por mucho que intenté evitarlo, me puse escarlata. Genial.

Deberías llamarte Isabella Discreción Mancini.

Pero si yo soy muy discreta.

Si, mucho.

—¿Mirabas algo, Isabella?—inquirió

—Eh—¿Nunca has pensado en trabajar de payasa? Se te daría muy bien.

Él se echó a reír a carcajada suelta y yo también. Después de dar el espectáculo, cogí mi correspondiente taza y fuimos a el salón.

Mark se sentó en el sofá y me señaló su lado para que yo me sentara.

Bueno, sentarme a su lado no haría daño a nadie ¿verdad?

No claro que no, solo intenta que no se te note el infarto miocardio que te está dando.

Oh vamos, no es para tanto.

Me senté y él se acomodó un poco más. Iba a coger su taza pero se quemo y hizo una mueca. Yo no pude evitar reírme.

—No tiene gracia, me e quemado—dijo entre risas.

—Oh, ya creo que la tiene, ¿como no te as acordado de que quemaba?—Mark era gracioso, la verdad—creo que eres la primera persona que hace eso.

De repente los dos dejamos de reír. Y nos miramos. Nos miramos mucho.

—¿Tienes cosquillas?—soltó de repente.

—Ehm... si... p-pero... —me corte a mi misma cuando vi sus intenciones y su preciosa sonrisa ensanchándose—Mark... no...

Y empezó a hacer me cosquillas. Tenía demasiadas. Y cuando digo demasiadas son demasiadas.

—¡Para!—no podíamos parar de reír—Mar-Mark..—creo que ya estaba hasta roja.

—¿Te volverás a reír?—preguntó cerca de mi cuello.

Yo me había echado hacia atrás, estaba contra el respaldo y Mark se había abalanzado sobre y metió su cabeza en el hueco de mu cuello mientras se reía.

—No—dije riendo—De verdad.

—Está bien—y se apartó.

La verdad no me gustó la sensación que tuve de vacío cuando se incorporó.

Mhm...

¿Qué? No es lo que piensas.

Ya

¡Que n.. ! Déjame en paz.

—¿Quieres ver una peli?—dijo después de un momento.

—Claro, elige tú.

—No, tú—me retó.

—No—seguí.

—Si.

—Que no, pesado.

—Que si, minion.

—Que n... —¿te acaba de decir minion? — ¿Me acabas de decir minion?—dije con una sonrisita.

—Puede—se hizo el loco.

—Creo que te voy a matar—odiaba ese apodo.

—Si eres tú, me ofrezco como tributo, minion—dijo

—Elige la película antes de que acabe en la cárcel, Simba.

Él se echó a reír de nuevo.

—¿Simba?—dijo con una sonrisa de lado—Eres muy creativa, minion.

—Es mi película favorita, y me recuerdas a él—era verdad.

—Me parece bien.—Dijo mientras ponía la película.

No sabía que había elegido hasta que escuché la intro de el Rey León.

Cásate con este chico, por favor.

No dije nada, pero me deje abrazar por él como si de una cómoda manta se tratase.

Cuando llegamos a la parte trágica, me aferré al pobre Mark. Creo que sonrió, aun que no lo pude ver bien. Yo también. Estaba cómoda con Mark.

—Creo que a cierto minion no le gusta esta parte—dijo dulcemente cerca de mi oído.

—Oh, vamos, no me digas que no es triste.—ya estaba llorando.

Él pareció asustarse un poco al verme llorar y me abrazó con más fuerza.

—Eh... no pasa nada ¿vale? Es una peli.—era gracioso ver como intentaba tranquilizarme.

—P-pero... Simba no t-tiene a su padre... —contesté como si fuese el mayor drama de mi vida.

—Simba está mejor sin papá—y no supe si se estaba refiriendo a la película—Creo que lo único que necesita Simba es a Nala.

—Oh... —eso a sido bonito.

Y así estuvimos el resto de la película.

Dime que me quieresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora