Capitulo 7

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ISABELLA

¿QUÉ?

Si. ¿Qué carajo... ? Bueno, no tenía mucho tiempo para pensar si quería llegar a casa sin una hipotermia. Que frío hacía en Londres.

Aún que claro, eso yo ya lo sabía y me seguía quejando, je.

Comencé a caminar hacia donde se suponía que estaba el hotel. Media hora más tarde—y con el cuerpo congelado— llegué a donde se suponía que que tenía dormir. Me metí en la ducha con intención de entrar en calor pero recibí una llamada imprevista.

Mark.

Uhm...

¿Qué? Es sólo una llamada.

Ajá.

Me cansé de mi conciencia y cogí el teléfono.

—Eh...—la voz de Mark sonaba diferente. Al ver que no contestaba prosiguió—¿Isabella?

—¿Eh?— perdón pero solo pude decir eso.

—Oye, ¿Are you okay?—dijo, resaltando su destacable humor pero que, para ser sinceros ahora no estaba por la labor de aguantar.

—Mark, deja de hacerte el gracioso por ahora, ¿Has bebido?

—Mhm... —parecía que se estaba planteando si mentir o no, aún que la respuesta era evidente— puede... tal vez...quiz...

—Mark—lo corté—¿Donde estás?—mi tono no daba derecho a réplica—Dímelo. Ahora.

—Estoy...—empezó desorientado—... em, creo que en un bar que queda cerca de la cafetería.

—Voy para allá. No. Te. Muevas. O te mato.

—Bueno, bueno, ¿cómo estamos, no?—vaciló.

En cambio, yo colgué. Si alargaba más esa llamada, echaría humo por las orejas.

Tenía que recogerlo o acabaría en algún lugar en el que se hacía de todo menos algo bueno. Cogí la llave de la puerta, mi móvil, siete abrigos—no iba a pasar por el mismo frío—y me dirigí a la calle, que parecía Narnia.

Un cuarto de hora más tarde llegue a ese supuesto bar. Al fondo, vi a Mark. Estaba hablando con una camarera e intenté ocultar la inexplicable punzada de celos que me dio.

—O te vienes al hotel o te llevo a Alcoholicos Anónimos.—dije acercándome a él.

—¡Hola!—exclamo con mucha alegría—Pensaba que no vendrías.

—Claro que iba a venir, idiota.

—Minion.

—Simba.

—Pesada.

—Pesado.

—Nala.

—Idot... ¿qué?—ese chico tiene demasiada creatividad—¿Por qué Nala?—dije mientras me sentaba en un taburete mientras me reía.

I don't know, Minion.—contestó con una sonrisa lobuna—.

—Bien, pues si no tienes más insultos de personajes Disney que usar en mi contra, vamos.—hice una seña hacía la puerta con la mano.

—Vale—contestó muy complacido.

El trayecto el el coche que alquile la mañana anterior fue de todo menos tranquilo. Mark no paraba de hablar como una cacatúa y yo me dediqué a escucharle con atención

Podrían hacer un programa sobre su vida.

Subimos a el hotel el recorrió la habitación con los ojos.

—¿Qué pasa? ¿Algo que te quieras llevar?—bromee.

—Muy bonita—dijo distraído—¿Y la cama?—preguntó ahora si, en la Tierra.

—Oh eso.—señale una habitación—por allí.

—Vale—terminó con un brillo en la mirada.

Me fui al baño y me puse el pijama. Supuse que él no traía nada así que le lleve un pijama de hombre que tenía por ahí guardado—no preguntéis por qué—y fui a la habitación.

Entre y lo primero que vi fui lo que parecía una manta gigante—que en realidad era el cuerpo de Mark—tendido—más bien tirado—sobre la cama y con el interior de su brazo izquierdo cubría su cara.

Pero estaba como un tren. Había que reconocer que el chico estaba muy bueno: hombros anchos, espalda que si no llevaba camiseta, seguramente se le marcarían todos los músculos posibles de esa zona, brazos perfectamente trabajado, por no hablar de todo lo que seguramente sería su torso; de lo poco que había podido ver, tenía unos pectorales envidiables y un abdomen con tantas montañitas—abdominales—que era fácil perderse entre ellas. Pero, lo que de verdad se le notaba muy, muy bien —incluso desde la distancia— era esa V demasiado perfecta para mi salud mental. Me quedé allí mirándolo, con su pijama en mi mano derecha y la otra en mi cadera, hasta que noté que una sonrisa nacía lentamente en su rostro.

Entonces, caí en la cuenta de que el me había estado mirando mientras yo lo observaba más tiempo del necesario.

Uy que despiste eh

Cállate. Me había puesto roja, seguro. Así que le tire el pijama en la cara y el estalló en carcajadas.

—Me algas, Minion—dijo refiriéndose a que me había quedado embobada mirándolo—yo se que soy guapo y demás, pero la verdad es que esto de que te suban la autoestima no está tan mal.

—O paras de reírte o me acuesto en el suelo—conteste intentado no reír.

—No serías capaz—me retó.

Tremendo enemies-to-lovers os estáis montando eh

Tenía que dejar de leer.

—Es verdad, no sería capaz pero por el frío—rebatí.

Entonces dejó de reír.

—¿Tienes frío?—preguntó preocupado.

—Si, ¿Por qué?—Mark podía ser realmente confuso.

—Ven aquí—sentenció atrayéndome hacia su cuerpo, que desprendía calor.

Me habría zafado de su agarre si no hubiese estado tan cansada.

Sabes que no

Cierto.

Y entonces, me dormí. En sus brazos. Donde quería estar. Con él. Porque a pesar de conocernos tan poco, a pesar de no saber apenas el nombre del otro, nos queríamos. Tal vez no de ese modo romántico, pero nos queríamos a nuestra manera. Por que él era negativo. Yo era negativa. Y... ¿sabes qué? Negativo más negativo es positivo.

Si algo había claro, era que queríamos un nosotros.

Si algo había claro, era que el amor no lo era todo.

Yo no lo era todo.

Dime que me quieresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora