Bebé en camino.

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Izuku sabía que nada bueno saldría de aquella "convivencia especial" que mantenía con su hijo único... cualquiera que los viera y supiera la verdad entre ellos diría que ambos estaban enfermos de la cabeza. Pero no debía importarle eso ahora, debía confiar en que sus planes saldrían bien. 

Sus más profundos pensamientos se esfumaron cuando escucho la puerta de su hogar ser abierta desde el exterior, pasaba de media noche, sabía que se trataba de su "cachorro". Prefirió seguir observando la televisión, aun si no era algo interesante, era mejor que ver el rostro del cenizo.

—Estoy de vuelta.— Con un tono muy cariñoso y bajo, menciono el Alpha de mirada escarlata, al mismo tiempo que cerraba la puerta detrás de él y se retiraba los zapatos para entrar. 

Pero el silencio fue lo único que recibió.

—Dije que estoy de vuelta.— Ahora con un tono más molesto, volvió a repetir su frase y rápidamente se aproximo a espaldas del peli verde, envolviéndolo con ambos brazos sobre sus hombros. Mientras que su boca se dirigió hacía su lóbulo derecho, sin embargo... antes de que pudiera continuar con su entretenido recorrido, un leve aroma ajeno llego a sus fosas nasales.

—¡Estuviste con ese bastardo de nuevo, tienes su maldito aroma por todo el cuerpo.!— Olfateo un poco mejor el cuello del mayor y termino de confirmarlo, había estado de nuevo con el heterocromático.

Eso lo enfurecía, no quería que nadie más que él tocara la suave piel del pecoso.

—Ya te lo he dicho en muchas ocasiones, tu padre me fui infiel. Tengo derecho a rehacer mi vida amorosa con algún Alpha. Además, solo fuimos a tomar un café.— Con algo de desprecio y brusquedad, soltó el control remoto que tenía en las manos y aparto velozmente los brazos ajenos, debía recordar su objetivo.

—¡Tú eres mío.! Me tienes a mi más que dispuesto a cubrir tus necesidades. ¿A caso ya no me quieres.?— Primero hablo claro, pero a medida que terminaba la frase, su voz iba disminuyendo de volumen, al igual que su aroma, el cual se convertía en uno amargo.

No podía creerlo, como toda ocasión en que discutían, el cenizo hacía uso de su problema de bipolaridad para chantajearlo y terminar accediendo a sus peticiones.

— Por favor no digas eso, sabes bien que te quiero mucho... después de todo, eres mi hijo.— Su cerebro dejo de pensar, provocando que su instinto de madre fuera el que respondiera... arrepintiéndose inmediatamente al razonar lo dicho.

Y esa fue una señal verde para el más joven.

Quien se retiro el saco y la corbata que le impedían tener libertad arrojándolos al suelo, y como si fueran recién casados, tomo el esbelto cuerpo de su madre Omega y cargo con el hasta la habitación en donde muchas ocasiones saciaron el celo del contrario.

—Esto no puede seguir así, Katsuki, bájame. Soy tu madre, no esta bien que hagamos cosas así.— Entre forcejeos y suaves golpes, Izuku fue arrojado a la gran cama matrimonial que se encontraba dentro de aquella habitación.

Una vez más la situación se repetía... y aunque debía aceptar que el sexo era bueno, también debía pensar que su hijo necesitaba a un Omega joven con el cual procrear una familia y que él así pudiera tener a un Alpha correcto.

—Eso no es lo que demuestras cuando gimes mi nombre.— Con una sonrisa ladina, comenzó retirando la ropa ajena, primero con la ramera y prosiguiendo con aquel pequeño pantaloncillo que cubría su entrepierna... la vista que ahora tenía era estupenda.—Tendré que recordarte a quien perteneces.—Aun si el contrario se resistía continuo con su labor.

En ese momento vagos recuerdos llegaron a la mente del peli verde, cuando su pequeño cachorro aun tenía cinco años y este corría asustado a sus brazos durante las noches de tormenta... si lo pensaba bien, parte de eso era su culpa, pues para tranquilizarlo depositaba pequeños besos sobre los labios ajenos.

Pecado [Katsudeku] [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora