~Acendrado~ | °SungSun°

~ P̾r̾o̾l̾o̾g̾o̾~

¿Acaso estar enamorado era un delito o algo así? Bueno para un demonio lo era, lo era tanto como para un ángel pecar. 

Un demonio que ama a un ángel y un ángel con el deseo de pecar con un demonio; me pregunto cuál será el resultado de este conflicto entre el infierno y el reino celestial.

¿Se desatará una guerra santa por culpa de dos corazones que no se controlaron o solo serán castigados hasta el fin del mundo?

Una respuesta que era imposible de descifrar, de hecho cualquiera de los resultados aterraba a Sunoo. ¿En qué momento había sucedido todo esto? Él, perteneciente a la trinidad de ángeles más puros, "Los Asshalav", ( El menor de su grupo y el consentido de todos los pertenecientes, Soobin el príncipe de la bondad y la paciencia, Yeonjun señor de misericordia y perdón, Sunoo guía espiritual de santidad) ahora se encontraba incontrolablemente cegado por el pecado y deseo carnal que pensó solo sentían los humanos.

- Sunoo el Todopoderoso tiene una misión para ti - Dijo Jungwon el mensajero del Dios Todopoderoso conocido en el mundo humano como Gabriel.

Él jamás pensó que esa misión cambiaría su visión del mundo o del amor en general.

- Debes ir al mundo humano y dar el mensaje de salvación de nuestro Señor. Visitaras todas las iglesias y les harás ver y sentir la santidad que brilla en ti.

Emprendí mi viaje principios de Abril, empecé por Argentina hasta llegar a Alaska y así fui avanzando, para cuando empezó agosto ya había terminado con Rusia y me encontraba en el norte de África. Cada iglesia me dejó una impresión diferente unas buenas y otras desagradables, algunas ni siquiera me dejaron entrar.

Aunque en realidad lo único bueno era él "Sunghoon", me acompañó durante todo el viaje, haciéndome reír, divertirme y pecar, mostrándome lo malo y placentero que podía ser estar en aquel mundo... Y a pesar de toda la santidad que habitaba en mí, no fue suficiente en contra de su deseo, pasión y maldad.

Estaba presente en todo momento, sentir su presencia cerca de mí debilitaba mi santidad, pero era algo que no podía controlar ese deseo de estar cerca de él era inevitable. Tanto tiempo en el mundo humano haría que cualquier ángel decayera, mis alas ya no eran blancas como la leche ni brillaban como el sol, ahora eran más parecidas a la luna, llegando a ser plateadas.

Cada vez me sentía más débil, sabía que al paso que iba podría morir antes de volver al reino celestial, Pero quería tardarme todo lo posible para estar más tiempo con él.

La maldad que habitaba en este mundo hacía que mi estómago se revolviera, el mundo humano estaba profanado, mientras más era testigo de la miseria humana menos sagrado me sentía.

Su esencia de ángel se estaba yendo y con ello estaba llegando la curiosidad.