Heaven {Zuko}

──𝔠𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔡𝔬𝔰

---•---❂---•---

La siguiente cosa que supo Anabelle fue que, realmente, no estaba en su mundo. Comenzó a ver gente con ropas... antiguas.

Ella misma tenía puesto un Hanbok.

Por todos los dioses, ni siquiera Anabelle sabía cómo diablos conocía el nombre de ese atuendo, jamás había sido gran fan de la cultura asiática (afuera de Avatar, que realmente no era una representación acertada) (o Blackpink, su banda favorita de K-pop... O "Mientras dormías", el único drama coreano que veían y esas novelas danmei...)

De acuerdo, sí. Anabelle se estaba convirtiendo en una fan de la cultura asiática, pero eso era reciente. Y no se avergonzaba de aceptarlo, pero vamos, de eso a saber nombres de ropa histórica... Bien, que era una gran nerd de la historia (principalmente europea, pregúntenle todo sobre los chismes del periodo de reinado de los Tudor, se los sabe), pero no recordaba haber leído o visto algo en específico sobre moda tradicional... ¿Del Reino Tierra?

Mientras Anabelle era un caos dentro de su cabeza, la pequeña Elisa jugaba con su propio hanbok. La falda (o chima) era de un color verde terracota, con un pequeño patrón floral en el borde, mientras el jeogori (o la chaqueta/blusa) era de un color más pastel. El de Anabelle era similar, por supuesto, la chima era de un verde pino, no tenía patrón en el borde y la tela era de seda, suave y lisa, con un brillo natural, mientras el jeogori era de un lindo color lila, con pequeños adornos en los bordes de la manga. El otgoreum (o el lazo de tela que decoraba la chaqueta) era de un color violeta muy oscuro, mientras que el de la pequeña Elisa combinaba con el lila de la blusa de su tía.

—Buen día, disculpe, ¿usted y su hija necesitan ayuda? —le preguntó una voz, su cerebro captó perfectamente el idioma, pero ella no lo reconoció como suyo.

—Mi sobrina —se vio obligada a responder rápidamente, reconociendo que le contestaba en el mismo idioma— Es mi sobrina... Disculpe, pero... ¿Dónde estamos? —preguntó, mientras enfocaba su mirada en la mujer que le ofrecía amabilidad, era mayor, con los rasgos asiáticos marcados, una mirada cansada pero amable y de ojos verde olivo.

—Oh, una disculpa, cielo —se disculpó, apareciendo ligeramente avergonzada— están en las afueras del pueblo de Hemu, en el Reino Tierra, ¿buscan viajar a algún lugar en específico? —le preguntó mientras bajaba de su cadera el cesto que cargaba.

—No, realmente no... —le contestó, mientras, su mirada se desenfocaba en el horizonte, sintiendo sus sentidos fallarle por un momento.

Sí, ella había hecho el deseo. Pero... Vamos, que no pensaba realmente que fuera verdad. Ella esperaba despertarse en la cabaña, dándose cuenta de que sus parientes habían dejado a Anabelle y Elisa solas después de ver como se dormían. No aparecer en... El universo de Avatar, donde la gente controlaba los elementos y tenían espíritus como deidades... ¡Mierda! ¡Donde había una guerra!

—Di-disculpe, señora... Es solo que... Me preguntaba si usted sabría... —se interrumpió y aclaró sus ideas por un momento— En mis viajes, he escuchado algo sobre... El regreso del Avatar... ¿Usted sabrá algo, de casualidad? —le preguntó con un poco de precaución.

—¡Oh, no! Mi niña, serán puros inventos de gente que busca impresionar, pero lastimosamente, no ha habido ningún avistamiento del Avatar... Parece que esta guerra está lejos de terminar... —le dijo, un tono bastante melancólico que logró desanimar a la joven un poco— Aunque si escuché algo hace menos de dos meses, tal vez... —le dijo, entrecerrando los ojos como tratando de recordar, alimentando la esperanza de la pelirroja— Me parece que el príncipe de la Nación del Fuego ha sido desterrado o algo por el estilo... —le explico en cuanto lo recordó, seguido de un hundimiento despreocupado de hombros.