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John, aún vestido con ropas escolares, se alejó de Wellston a pie. El sol aún enviaba los últimos rayos de luz del día en el lejano horizonte, pero no pasó mucho antes de que le diera paso a la más completa oscuridad, y unas pocas estrellas comenzaran a adornar el cielo nocturno.

El chico caminaba sin un rumbo fijo. No tenía un destino al cual llegar, solo quería distraerse de sus pensamientos, lejos de Wellston. Lejos de todo.

En la cabeza del King de Wellston, los recuerdos no paraban de atormentarlo. La imagen de Seraphina llorando enfrente de él se superponía a la de Claire llamándolo "Monstruo". John no pudo evitar soltar unas lágrimas al pensar en todo lo ocurrido. A pesar de toda la ira, todo el enojo y todo el deseo de vengarse por todo el dolor que había tenido que cargar, la culpa seguía siendo quien llevara las riendas de sus emociones.

Cuando llegó a una plaza cercana, se desplomó en la banca más cercana. Se sostuvo la cabeza con ambas manos, y dejo correr las lágrimas como hace mucho tiempo que no hacía. Solo podía sentir un dolor en el pecho, una vieja sensación que él odiaba, y que había intentado con todas sus fuerzas de olvidar, mas ahora volvía con más fuerza que nunca: la tristeza de perder aquello que amaba con tanto fervor. Seraphina no solo era su mejor amiga, era la única que había tenido en años. La idea de pasar el tiempo en completa soledad le aterraba, no se imaginaba volviendo a caminar sin compañía por los pasillos, recibiendo el oprobio de sus compañeros.

Muchas veces la gente no lo nota hasta que la sufre, pero la soledad es un estado realmente terrible para seres sociales como los humanos. Carcome desde el interior, provocando que la mente comience a alucinar, escuchando voces donde no las hay, que dicen cosas que no son necesariamente agradables. Y John comprende esa situación demasiado bien. No solo por el vacío que provoca el estar rodeado de gente pero desconectado de todos ellos, sino que también entiende el sentimiento de ser encerrado en un cuarto oscuro por un largo tiempo. Se sabe bien que el aislamiento es un método de castigo usado en las cárceles, uno realmente efectivo, y de todo lo que sufrió John, el aislamiento fue una de las cosas más dolorosas, pues se quedaba a solas con su consciencia, y ya está casi seguro que hasta su mente está confabulado en contra suya. Todos en contra de él.

Un murmullo se escuchó de la lejanía. John alzó los ojos, y pudo ver que, detrás de una esquina, aparecieron un par de sujetos que se tambaleaban al caminar y que se dirigían a la plaza donde él se encontraba. Pensó, entonces, que mucha gente estaba simplemente ignorando el toque de queda ordenado por las autoridades, una prueba más a que solo eran inútiles en sus puestos.

De primeras los hombres no vieron a John, quien se mantenía en silencio y en una zona poca iluminada, pero para mala fortuna del estudiante terminaron por notar su presencia. A juzgar por su modo de moverse y la forma en que hablaban debían estar muy borrachos.

Miiiiiren nada másssss, ¡tenemos a otro... otro... amigo para pasar la... hip... noche!

Oh, y miren.... Parece que estuvo llorando... Menudo bebe que nos ha tocado.

Las manos de John se apretaron al escuchar como esos sujetos lo trataban despectivamente, tan solo por haber dejado salir un poco de las emociones que guardaba en su interior. A pesar de todo el mal rato que ya pasaba en Wellston, el muchacho no lograba encontrar la paz ni siquiera fuera de su escuela. ¿Es que acaso iba a ser menospreciado en todas partes? ¿Nunca encontraría una forma de escapar de su tormento?

¿Tú crees que sea tan pequeño como un bebé? Awwwww, entonces es muy joven para divertirse con nosotros. No es más que... más que... Diablos, me olvide de cómo hablar, ¡jaja!

¡Es un mocoso! ¡Un marica que sólo sabe llorar! Que pasa, que pasa, muchachito... Te vez muy tieso, ¿acaso te molestamos?

Vamos, amiguito. Sólo estamos jugando, no te puedes molestar por algo tan simple. ¿O acaso quieres ir a llorar donde tu mamá?

unOrdinary: Encara la RealidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora