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Dolor de cabeza, malestar, mareos, ganas de vomitar... John estaba acostumbrado a todo lo anterior. ¿Pero alucinaciones? Bueno, en realidad ya llevaba teniendo algunos de ellos desde hace un tiempo, solo que no lo había admitido.

Aunque una alucinación auditiva era nueva.

John le restó importancia, y trató de dormir aunque sea una vez. Obviamente eso no ocurrió, y vio con tristeza como el sol salía por el horizonte antes de que él pudiera pegar las pestañas.

Mientras se encaminaba hacia el comedor, se encontró con su padre sentado enfrente del televisor. Su mirada era de horror puro, justo antes de que se percatara de la presencia de su hijo. Al verle, le dedico una mirada de dolor, suspiró, y abandonó el sillón para dirigirse a la cocina. John se acercó al televisor, y se dio cuenta de que William estaba viendo las noticias locales. En ese momento pasaban el informe de un ataque ocurrido el día anterior a una tienda de electrodomésticos, y para sorpresa del chico, era la misma tienda en donde había visto las noticias de los superhéroes. Se acordó entonces de la camioneta con los dos sujetos que entraron al local justo cuando él se estaba marchando.

— Realmente lamentable... Dicen que el dueño debía una suma de dinero, pero todos saben que en realidad le estaban extorsionando, y esta vez no pudo pagar...

William preparaba la mesa para el desayunó de los dos, esperando en el fondo de que John aceptara a quedarse con él al menos en ese momento.

— Ya veo...

— Hubo dos muertos... Él dueño y su hija, algo menor que tú...

John giró su cabeza para ver a su padre, quien ya se había sentado a la mesa. Sus movimientos eran toscos y temblorosos, calara prueba de que estaba realmente afectado, aunque trataba de mantener la compostura.

— ¿Estas bien?

El chico se acercó a un lado de su padre.

— Yo...

William cerró sus puños y comenzó a titubear.

— Yo le conocía... Éramos...

Lágrimas solitarias rodaban por los ojos de William. John deseaba poder hacer algo, pero simplemente no sabía qué hacer, excepto escucharle.

— Solo eran ellos dos, ¿sabes? No tienen a nadie más...

El muchacho se sentó frente a su padre, quien hacía el intento de comer.

— Voy a pedir el día, e iré a ver si hay algo que se pueda hacer, ¿sabes? No lo sé... Tal vez... Ayudar con el funer...

Su voz se quebró en esa palabra, y rompió a llorar. John desconocía la identidad del afectado, pero podía notar que su padre le mantenía un gran aprecio.

En un movimiento inesperado, William se puso de pie y fue a abrazar a John, sin que este pudiera evitarlo. Le apretó fuerte para que no escapara, y no dejaba de llorar. El chico solo atinó a corresponder el abrazo.

— John, este mundo... Este mundo es cruel, y lo entiendo... Y... Y a gente como nosotros... Tengo tanto miedo de que algún día te toque a ti...

William tomó distancia y colocó sus manos en los hombros de su hijo.

— John, gente como nosotros sufrimos... Todo el tiempo... Nos cazan, nos matan... Y si por algún motivo demostramos más fuerza de lo común, nos encierran... Si nos perciben como una amenaza a su autoridad, nos eliminan. Nos controlas, se meten en nuestra cabeza, y si no pueden cambiarnos, nos eliminan del mapa.

El chico no entendía a qué quería llegar su padre.

— Tienes... Tienes derecho a estar enojado con el mundo. Lo que viviste desde un inicio... También me tocó a mí. Y conozco la ira, conozco el deseo de venganza, conozco el ir a dormir con la impotencia de no poder hacer nada... Pero John, no sé cómo se siente... Tener el poder...

unOrdinary: Encara la RealidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora